017.- En Navidades también al cine (Año 1976)

             Además de los veranos, los chavales de mi infancia y juventud aprovechábamos otros periodos de vacaciones, como los de Navidad, para pasar buenas tardes de cine. Allá por 1976, el jueves 30 de diciembre, preludio de la Nochevieja, me pasé la tarde en el CINE DELICIAS. Y aprovechando bien la entrada porque cada película duraba casi dos horas, con lo que desde las 16:00 no salí de la sala hasta bien pasadas las 20:00.

            Y además disfruté con ellas. Más con la segunda que con la primera, aunque supongo que a mis once años de aquel tiempo le encontraría alguna gracia a También los ángeles comen judías (Anche gli angeli mangiano fagioli, Enzo Barboni, 1973), coproducción italo-franco-española de 1973, la primera vez que recuerdo haber visto a BUD SPENCER repartiendo tortazos a diestro y siniestro. Después serían muchas más, porque la pareja TERENCE HILL - BUD SPENCER eran asiduos en las programaciones de los cines de sesión continua.

            En aquella película, la pareja del barbudo CARLO PEDERSOLI (que tal era el verdadero nombre de BUD SPENCER) era el apuesto GIULIANO GEMMA, con el que posteriormente disfrutaría con alguno de sus spaghetti westerns. La película estaba dirigida por un tal E. B. CLUTCHER, seudónimo de ENZO BARBONI. La costumbre en Italia (y España, y otros países europeos) era asignar nombres anglófilos a sus actores, realizadores, películas, etc., a fin de poder distribuirlas con más facilidad en el mercado internacional dándolas un barniz norteamericano. Pocos actores italianos utilizaron siempre su verdadero nombre. GIULIANO GEMMA fue MONTGOMERY WOOD en sus inicios, e incluso fue promocionado en determinados momentos como RINGO, nombre de uno de los personajes de sus primeros westerns, que tuvo cierto éxito popular y era más sencillo de pronunciar y acordarse en los países de habla hispana.

            El argumento de la película es bastante típico, y prácticamente una excusa para repartir porrazos en un entorno distinto al habitual de aquellas películas: los años 20 norteamericanos. Dos simpáticos tipos, un luchador (BUD SPENCER) y un vendedor de helados (GIULIANO GEMMA) son confundidos con peligrosos asesinos por un importante gángster local, cuyo apodo es Sorriso. Con la ayuda de muchas coincidencias divertidas se ríen de Sorriso "trabajando" para él, para sobrevivir (y enriquecerse), hasta que reciben la orden de matar a los componentes de una familia humilde. Entonces, el buen corazón de estos caraduras, aparece y ..., ya se imaginan.

            En aquellos años (y también ahora), cuando alguna película, libro, serie de televisión, lo que fuera, tenía éxito comercial, se multiplicaban los sucedáneos, tratando de recoger parte de los beneficios, a veces con productos realmente infumables. Y no sólo producidas por el país de origen, que normalmente era el que menos sacaba tajada, sino por países con menos recursos e ideas (lo habitual era realizarlas en régimen de co-producción entre varios). En 1972, El padrino (The Godfather, Francis Ford Coppola, EE. UU., 1972) causó verdadero impacto; pues bien, no tardaron en salirle emuladores, los propios norteamericanos firmaron dos secuelas posteriormente, y como no, las parodias en clave de humor. En ese perfil es donde debemos encuadrar estos “ángeles comiendo judías”.

            La película se estrenó en España el 30 de julio de 1973 en Barcelona, y el 13 de agosto de 1973 en Madrid. Época estival, de películas ligeras y escaso interés, pues en nuestro país las vacaciones de verano en aquel momento empezaban a generalizarse, bien por desplazamiento a los pueblos o a lugares de veraneo, unido a que los vehículos utilitarios empezaban también a estar presentes en las familias de clase media. A Valladolid llega dos años después, también en verano, el sábado 19 de julio de 1975 en el CINE AVENIDA. La publicidad decía: “Cuando aquella pareja se metió en la Mafia, acabó con El padrino ¡¡y toda la familia!!”, “Vuelven los “Trinidad” convertidos en los más “temibles” gangsters de Nueva York”. No duró ni una semana, ya que el miércoles 23 fue su último día. Ningún cine la reestrenó hasta ese diciembre de 1976 en que yo la vi, aunque después tuvo, como era habitual, una larga trayectoria por el resto de salas de los barrios de la ciudad.

            Trayectoria completamente diferente tuvo la segunda película de la tarde, Los vikingos (The Vikings, Richard Fleischer, EE. UU., 1958). Lo habitual en las sesiones dobles era programar una gran película, junto a otra de relleno: casi nunca aparecían dos grandes éxitos juntos. Después de aquella primera vez que la vi, en pantalla grande (¡¡como debe disfrutarse el cine!!), la he revisado varias veces, y en todas, sin excepción, te quedas impactado por el inesperado final. Es un relato de gran intensidad dramática (diferente a las clásicas películas de aventuras blanditas realizadas hasta ese momento), en el que destacan la composición de sus planos, su fotografía en escenarios naturales, la interpretación de los actores, todo en general es una auténtica gozada.

            Llena de grandes estrellas, no obstante, gran parte del protagonismo se lo lleva KIRK DOUGLAS, que además fue productor de la película. El director, RICHARD FLEISCHER manifestó que el único productor con el que tuvo problemas en toda su larga carrera fue precisamente con él: “Con Kirk Douglas uno no hace películas, sobrevive a ellas”, declararía.

            DOUGLAS, recientemente fallecido como sabemos, con 103 años de edad, era una persona extremadamente perfeccionista, y estaba en un momento en el que quería relanzar su carrera por el varapalo sufrido con Senderos de gloria (de la que hablaré en su momento). Invirtió mucho tiempo y dinero, e impuso sus métodos y argumentos desde el principio. Exigió que los personajes ingleses fueran actores ingleses en la realidad y los vikingos, actores americanos. Se empeñó en rodar él mismo, sin especialista alguno (hasta bien mayor no utilizó dobles nunca), la peligrosa escena de andar por los remos, y tomó decisiones sobre cosas que no se sabían sobre la cultura vikinga. Le salió bien: hasta hoy ningún estudioso ha puesto el mínimo reparo o detectado el más leve anacronismo en el argumento.

          La película se estrena en España en el Festival de Cine de San Sebastián en julio de 1958 (en la imagen adjunta vemos a KIRK DOUGLAS en dicho festival con una maqueta de una de las embarcaciones utilizadas en el rodaje); en Estados Unidos se había estrenado solo un mes antes. Comercialmente no llega a los cines hasta el 19 de diciembre de 1958 en Barcelona, y cuatro días después, el 23 de diciembre a Madrid. Todo un espectáculo de cara a las Navidades. En Valladolid la estrena el CINE AVENIDA, como no podía ser de otra forma para una película de estas características (o el AVENIDA o el TEATRO CALDERÓN eran en aquellos años los que rivalizaban en ofrecer lo más espectacular) el martes 30 de diciembre de 1958, permaneciendo en cartel hasta el jueves 15 de enero de 1959 (17 días).

         Raro es el cine de nuestra ciudad que no la proyectara alguna vez, y seguramente más de una, y hasta bien entrados los años ochenta. A modo de ejemplo, además del día de su estreno se proyecta numerosas veces como reposición o en programas dobles de sesión continua. Sin ser exhaustivo, por ejemplo, se programó en CAPITOL el viernes 22 de julio de 1960, en el TEATRO ZORRILLA el viernes 25 de enero de 1963, en el TEATRO PRADERA del 7 al 11 de marzo de 1964, nuevamente en el TEATRO ZORRILLA del 19 al 21 de agosto de 1964, en ROXY del 1 al 7 de Agosto de 1975, en el CINE DELICIAS en la fecha indicada al comienzo, en el CINE GOYA del 1 al 7 de julio de 1977, en el MODERNO (así rezaba la propaganda) CINE LA RUBIA del 9 al 14 de agosto de 1979, …., la lista es interminable. Las imágenes de los anuncios en EL NORTE DE CASTILLA casi nunca escatimaban espacio, precisamente porque siempre tuvo mucha aceptación popular. 

            También en torno a las fechas navideñas, el 21 de diciembre de 2007, ofrecí dentro de la Asociación de Amigos del Cine una charla recordando la trayectoria cinematográfica del director RICHARD FLEISCHER, uno de esos llamados artesanos que sin embargo conformó algunos de los títulos más espectaculares y recordados por el público de la historia del cine. Complementé el texto con un montaje con escenas de varias de sus películas, entre las que no faltó Los vikingos, obviamente. Fue la última ocasión en la que coincidí con GONZALO MUINELO ALARCÓN, presidente en aquel momento del Ateneo de Valladolid y de la mencionada asociación, que falleció inesperadamente en mayo de 2008. Sirva esta breve nota como recuerdo de su contribución a la cultura y a la afición por el cine en esta ciudad.

 (Publicado el 12 - 01 - 2021)