018.- Una tarde memorable (Año 1977)


            Como ya he comentado en anteriores ocasiones, normalmente los programas dobles de sesión continua (y más en verano) solían programar una película atractiva, de cierto éxito o calidad, junto a otra más bien de relleno, supongo que por no “gastar” posibilidades que pudieran atraer público nuevamente otro día. Por ello, suelo detenerme más en el recuerdo de aquellas películas que más me impactaron, y en muchas ocasiones casi ni recuerdo cómo era “la otra”. Pero hubo algunas tardes realmente gloriosas, según mi gusto de entonces. Hoy voy a rememorar una de ellas, una tarde inolvidable, y que realmente me determinó a hacerme aficionado incondicional a un género concreto. Con el tiempo, he matizado lo que me gusta de ese género (obviamente la madurez, el análisis, la lectura de revistas y autores especializados, me enseñaron a distinguir el grano de la paja), que ha quedado reducido a un pequeño número de realizadores, hacia los que ha aumentado aún más mi admiración y el deleite al visionar sus obras.

            Aquello tuvo lugar en uno de los veranos más prolíficos en cuanto a la asistencia al cine (al CINE DELICIAS además), el verano de 1977, recién terminado 6º de EGB (Educación General Básica, implantada en nuestro país por la Ley General de Educación de 1970). Lo había terminado en el Colegio Llamas, centro situado en la calle Olmedo (BARRIO DE LAS DELICIAS), y era el último curso en el que podía seguir allí, de modo que en apenas un par de meses iba a estrenarme en un nuevo centro, en el “instituto”, con la incertidumbre que eso puede generar en un niño de 12 años. Quizá por evadirme un poco, aquel verano asistí prácticamente a cada cambio de programación del DELICIAS.

           Aquella recordada tarde vi mi primera película de las llamadas artes marciales. Tengo el vago recuerdo de que me sorprendió, pero no tengo en la mente ni una sola imagen, ni sé a día de hoy de qué iba, y creo que es porque en otra de las dobles sesiones de aquel mismo verano, que ya comentaré con más amplitud, disfruté de lo que para mí desde entonces se convertirían en las películas “buenas” de artes marciales, entre mucha morralla (seguramente la de esa tarde era de esas) como lo que me pasó aquella tarde con el género “del Oeste”.

            Como todos los niños de aquellos años, yo había visto muchas películas del Oeste en televisión. Los sábados por la tarde, después de los dibujos animados, era lo que ponían mayoritariamente (también algunas de aventuras). Por supuesto conocía a los actores de referencia del género (JOHN WAYNE, GARY COOPER, JIMMY STEWART, ALAN LADD, ....), pero en aquel momento no sabía tampoco distinguir el grano de la paja, ni la propaganda yanqui de la verdad histórica. Pero nada más empezar los títulos de crédito (una animación que nunca había visto en una película de este tipo), acompañada de la impactante música de ENNIO MORRICONE, la proyección ocupando toda la enorme pantalla de pared a pared, fue la antesala de “algo” que pintaba distinto. Y en efecto, rompía con todos los esquemas al uso: la estética, el vestuario, los escuetos diálogos, la violencia, los primeros planos de rostros viles, el tempo más lento de lo habitual, ..., todo era diferente, más realista, crudo por momentos.

            En cuanto tuve ocasión, me compré el vinilo original de la película (el que veis en la imagen). La banda sonora de la película es la cara B; en la cara A aparece la de La muerte tenía un precio. Fue en la planta baja del entonces Galerías Preciados en la calle Constitución (hoy Corte Inglés). Íbamos mucho de chavales a mirar discos, e incluso a escucharlos (aunque si no ibas a comprarlo, no te los ponían) a través de un teléfono enchufado a un reproductor. Por supuesto conservo el LP.

            En aquella época no había muchos lugares a los que acudir para conocer detalles de aquella película. Simplemente saqué en claro que era un tipo de westerns poco apreciados por “los entendidos”, que se adscribía dentro de un subgénero llamado “spaghetti western” (en efecto, en los títulos aparecían muchos nombres italianos, y españoles incluso), un sucedáneo barato del western tradicional, y poco más. Vi muchos más filmes de ese estilo porque eran muy habituales en los programas dobles de los cines de sesión continua de aquel tiempo. Ya hablé en reseñas pasadas de otros dos de ellos (aquí y aquí), pero se notaba la diferencia de unos respecto al resto. Y esa diferencia en este caso tenía un nombre: SERGIO LEONE. Años después cayó en mis manos un libro dedicado a este director escrito por CARLOS AGUILAR. Con él descubrí, aprendí y entendí muchas de las claves de ese modo de hacer cine. Y caprichos del destino, años después conocí personalmente a Carlos en un evento del que hablaré en otra de estas memorias.

            En la actualidad Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari, Sergio Leone, Italia/España/Alemania del Oeste, 1964) es mucho más valorada que en aquellos años. No sólo por sacar de un olvido seguro al hoy sobrevalorado CLINT EASTWOOD (tiene trabajos excepcionales, algunos magníficos, otros discretos y también varios bastante olvidables, bajo mi punto de vista, como todos los actores/directores/escritores/artistas, por mucha fama y nombre que hayan alcanzado), ni por ser calificada como el primer spaghetti western (que es mentira; anteriormente se estrenaron una treintena de características similares), ni por su inspiración/plagio nipón (ciertamente tiene muchas similitudes con El mercenario (Yojimbo, Akira Kurosawa, Japón, 1961), pero LEONE supo darle una vuelta de tuerca). Lo que está fuera de toda duda, es que desde su estreno cosechó una popularidad y unas recaudaciones espectaculares. No en su estreno, pero sí en las sucesivas reposiciones.

En Italia se estrena el 12 de septiembre de 1964. A pesar de haberla coproducido, en España no lo hace hasta el 27 de septiembre de 1965 en Madrid, el último de todos (el orden fue Italia, Grecia y Alemania del Oeste). En los EE. UU., no lo haría hasta el 18 de enero de 1967 por una denuncia que interpuso KUROSAWA, como he indicado, por los derechos de autor. El propio realizador comentó tiempo después con cierta resignación que paradójicamente ganó más dinero con Por un puñado de dólares que con su propia película a cuenta de este litigio. 

       En Valladolid la estrena el TEATRO CALDERÓN el miércoles 19 de enero de 1966. Se anuncia como “¡El mejor film  del Oeste de todos los tiempos!”, aunque sólo está en cartel dos días, hasta el sábado 21 de enero (el agente 007 con su Operación Trueno tendría la culpa). Pero el público vallisoletano tendría ocasión de disfrutarla muchas veces durante muchos años, y en la mayor parte de los cines de la ciudad (CAPITOL, ZORRILLA, LA FUENTE, GOYA, MATALLANA, CERVANTES, incluso VISTARAMA) y algunos varias veces (CALDERÓN, DELICIAS, BABÓN, EMBAJADORES, REX, LA RUBIA).

        En la imagen, en el CINE CERVANTES, en 1979.

        Además de aquel viernes 8 de julio de 1977, la disfruté en el CINE DELICIAS otras dos veces más: en junio de 1983, y en una de las últimas ocasiones que fui a este cine antes de que cerrara, el domingo 24 de diciembre de 1989, junto a la entretenida La jungla de cristal (Die Hard, John McTiernan, EE. UU., 1988). 

 


 

(Publicado el 9 - 2 - 2021)

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