033.- El Cid (y 5).- Bienvenido Mr. Heston (Año 2015)

 


Mi relación con esta superproducción termina, por el momento, con el estreno, en el marco de la 60 SEMINCI de Valladolid en el año 2015, del documental Bienvenido Mr. Heston, dirigido por los jóvenes realizadores PEDRO ESTEPA MENÉNDEZ y ELENA FERRÁNDIZ SANZ, dentro de la sección Castilla y León en largo. El miércoles 28 de octubre en la Sala Concha Velasco del Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA) a las 18:00 tuvo lugar el estreno, con un aforo casi completo al que se desplazaron muchos de los vecinos y amigos de Torrelobatón, uno de los protagonistas del documental.

          A través de los testimonios de los vecinos del pueblo que aún viven, la película recuerda lo que supuso para esa localidad y para ellos los tres días de rodaje de la película (a diferencia de lo que sucede en Bienvenido Mr. Marshall, de donde se toma prestado el título, aquí si fue tangible la presencia de los forasteros), junto a los de otras personas más directamente involucradas: FRASER C. HESTON (hijo de CHARLTON HESTON, que acompañó a sus padres a lo largo de todo el rodaje en España), ANDREA BRONSTON (actriz, cantante y bailarina, hija del productor de la película SAMUEL BRONSTON), GIL PARRONDO (director artístico de la película, único español ganador de dos Premios Óscar y cuatro Goyas), JESÚS GARCÍA DE DUEÑAS (historiador, crítico cinematográfico y autor del libro El imperio Bronston) y RICARDO HUERTAS (ayudante de producción y miembro del equipo de producción de la película).

El documental comienza con su conductor, el actor EMILIO GUTIÉRREZ CABA, vallisoletano de nacimiento, en un despacho de trabajo de una habitación de pueblo, evocando los recuerdos que le traen los objetos que tiene a su alrededor, dirianse inalterados en cincuenta años. Como si el tiempo se hubiera detenido. EMILIO, que empezó su carrera cinematográfica en 1962, al año siguiente del rodaje de El Cid, reconoce que, para él y sus compañeros, esa película representaba lo inalcanzable, una gran superproducción de Hollywood.

Enseguida nos desvela que se trata del lugar en el que trabajaba ANTONIO HERNÁNDEZ HIGUERA, donde escribiría sus crónicas regionales para el periódico EL NORTE DE CASTILLA. Y según va leyéndolas, vamos recorriendo el pueblo en la actualidad y van intercalándose los comentarios de los protagonistas mencionados anteriormente.

Comparto plenamente el dictamen sobre aquellas crónicas del rodaje. Yo mismo las he utilizado en los artículos precedentes sobre el rodaje de El Cid de estos Recuerdos en una butaca. Es justo, por tanto, recordar el excelente y meritorio trabajo de aquel redactor.

ANTONIO HERNÁNDEZ HIGUERA nació en Valladolid en 1912. Ingresó en EL NORTE DE CASTILLA como tipógrafo en agosto de 1939. La misión del tipógrafo era la de componer el texto para ser impreso, es decir, colocar las letras, repartir el espacio y organizar los tipos adecuadamente. Era una tarea minuciosa ya que, entre sus funciones estaba la elección del tipo de letra, su estilo, su tamaño, los espacios entre letras y palabras, que todo encaje en las líneas y columnas, etc., trabajo de cierta responsabilidad por el que comenzó cobrando 300 pesetas. En unos años se incorporó a la redacción, destacando como taquígrafo (transcripción de un discurso a la misma velocidad a la que se habla, utilizando para ello símbolos, trazos breves, abreviaturas y caracteres especiales para representar letras, palabras e incluso frases; en los años cuarenta del siglo pasado aún no se utilizaban grabadoras, obviamente, y un buen sistema taquigráfico era esencial para después redactar un artículo lo más fiel posible a lo indicado por los entrevistados). Fue pasando por diferentes secciones, destacando en todas ellas: crónica municipal, regional, de cine, ... Si uno hojea los periódicos de los años setenta, verá su firma en prácticamente todas las informaciones de pueblos, comarcas y aldeas, muy distantes en ocasiones, ante lo que uno se pregunta cómo lograba hacerlo, teniendo en cuenta que eran comentarios diarios. Comenta FÉLIX ANTONIO GONZÁLEZ en su reseña necrológica de ANTONIO que “no hay pueblo ni rincón que no le deba un recuerdo agradecido”.

Además de su tarea periodística, estuvo involucrado en diferentes cargos e instituciones de la ciudad, por ejemplo, como secretario de la Asociación de la Prensa, o como secretario provincial de Cruz Roja. Gana en varias ocasiones premios de periodismo y radio (1965 y 1968, entre otros) y es citado en la prensa nacional por algunos de sus artículos. Estuvo incansablemente ligado a EL NORTE DE CASTILLA hasta su jubilación en el año 1981. Falleció en nuestra ciudad el 20 de diciembre de 1996, a los 84 años de edad. Además de sus crónicas sobre el rodaje de El Cid, les invito a que lean cualquiera de las que redactó sobre nuestra ciudad, con un pormenorizado detalle de las obras que se hacían, denunciando en muchas ocasiones las múltiples deficiencias que había en las infraestructuras en los años cuarenta y cincuenta, y haciéndose eco de las peticiones de los ciudadanos tanto en el centro como en los barrios. No faltaba tampoco la referencia histórica en ellas. Se aprende mucho de cómo era nuestra ciudad leyéndolas.

Volviendo al documental, se trata de un producto emotivo, agradable de ver, bien pensado y realizado, y sobre todo, un sentido homenaje al pueblo de Torrelobatón, Vivar del Cid durante tres días. De principio a fin está plagado de anécdotas curiosas y simpáticas que rodearon el rodaje, narradas desde el particular punto de vista de sus habitantes. Todos participaron en alguna medida en aquel acontecimiento para un pueblo agrícola castellano, que en una tarde vio alterada su tranquila vida al aparecer cientos de personas, de camiones, vehículos, aparatos de lo más variopinto (imaginen los generadores de electricidad simplemente para dar potencia a tanta cantidad de focos, técnicos, cámaras, etc.) y gentes hablando “raro” (en inglés) y dando voces por todas partes (a través de megáfonos que organizaban las tareas entre tanta gente). Porque no hablamos de hoy, en que todos hemos salido de nuestras localidades, conocemos otras personas, sabemos qué es rodar una película. Es que hablamos del año 1961, cuando casi nadie tenía siquiera una televisión.

No obstante, sabían quién era CHARLTON HESTON o SOPHIA LOREN, porque el cine, en aquel momento, era un potente medio de difusión, no sólo de entretenimiento, también de cultura (aunque había gente que no lo viera así; quizá todavía haya alguno que no lo considere adecuado, pero obviamente es por propio interés). Los que no participaron como figurantes, lo hicieron dando comidas, proporcionando habitaciones, remendando trajes y otros materiales de atrezo que se descosían, etc. Como es lógico se citan vivencias y sentimientos relacionados con el protagonista, con la desilusionante no presencia de la LOREN, la picardía de los estudiantes que vinieron de la ciudad en dos autocares para retardar el avance del rodaje a ver si lograban una jornada más a 300 pesetas la jornada frente a las 100 de los habitantes del pueblo, las fotografías tomadas a escondidas por uno de esos estudiantes que hoy constituyen un valioso documento, etc. Sus intervenciones están perfectamente planificadas y dispuestas en actividades de la vida actual del lugar (tareas agrícolas, tertulias al fresco, partida de mus en el bar, entre otras).

Aunque no conocía a sus protagonistas, había leído muchas veces sobre este tipo de anécdotas, descritas en periódicos y entrevistas en muchas ocasiones. Mi interés se centraba en datos estrictamente sobre la película, de la que también tenía mucha información. Y aquí es donde tengo que poner algunas pegas.

Aproximadamente hacia el octavo minuto del documental, encontramos lo que, a mi juicio, es un error en el montaje. Vemos la escena en la que el actor británico DOUGLAS WILMER, que interpreta al emir Moutamin, agradece al Cid su gesto de misericordia al dejarle libre. A la vez escuchamos a GIL PARRONDO recordar la presencia singular (por su baja estatura) del actor austriaco (no inglés, como también se dice) HERBERT LOM, que interpreta en la película a Ben Yussuf, del que sólo vemos sus expresivos ojos en toda la película. Cuando PARRONDO termina su descripción, volvemos a ver a DOUGLAS WILMER, lo que hace identificar las palabras del decorador con la imagen que vemos, cuando nada tiene que ver. No entiendo cómo ese detalle se les pasó por alto a los realizadores o sus asesores.

Hacia el final de la película, hay también un subtítulo equivocado en las declaraciones de FRASER C. HESTON. La productora que funda con su padre, Agamemnon Films, tiene lugar en 1981 (FRASER lo dice perfectamente), pero el subtítulo pone 1991. Quizá haya lectores que lo consideren un detalle de poca importancia, pero en esos diez años de diferencia, produjeron varias películas.

Sobre la personalidad de HESTON (se habla bastante de su gallardía, de su profesionalidad, de su minuciosidad y protesta ante un guion lleno de vacíos argumentales, etc.), de los problemas de SAMUEL BRONSTON generados por sus “enemigos” y su tenacidad en llevar a cabo sus proyectos, de la maravilla de castillo del pueblo que fue la razón por la que eligió ese emplazamiento, de que el rodaje en interiores fue todo a base de decorados, de la colección de cromos de la película, de todo ello tenía suficiente información previa. Sin embargo, sí hubo algo que desconocía, me sorprendió, y asimismo pude corroborar en las crónicas de EL NORTE DE CASTILLA: la escena rodada de noche en la carretera de Torrelobatón a Adalia y Mota del Marqués, sólo el Cid y su caballo en una larga cabalgada, que a la postre era la escena final en, aparentemente, la playa de Peñíscola. Aquella parte de la película, muerte del Cid incluida, se había rodado semanas antes (ver anteriores reseñas), y por alguna razón, se decide rodar en este lugar ese final, sobre el que incluirán el mar y la arena con efectos especiales. Lo que me hace indirectamente descubrir algo inaudito: la barba, el pelo largo de CHARLTON HESTON es todo maquillaje. Igual en Los Diez Mandamientos, Ben Hur, y tantas otras películas en las que luce una hermosa barba. Es postiza. De hecho, en las incontables fotografías que he ido reuniendo fuera de los rodajes, siempre está perfectamente afeitado. Es más, su pelo original es rubio. Curioso.

Por supuesto, las opiniones de los protagonistas directamente involucrados en el rodaje, algunos desgraciadamente ya fallecidos, me parecen de gran valor técnico (exceptuando el comentario de ANDREA BRONSTON de que se rodó en todos los castillos de España; poco ha viajado por nuestras tierras para decir eso). Y muy bien la inclusión de ese pequeño museo existente en el Castillo con los carteles anunciadores de la película en diferentes países y las fotos ampliadas que MARTÍN SAN MIGUEL tomó a escondidas. Y de la fenomenal colección de radios recopiladas y reparadas por LUIS LUENGO. Motivos suficientes todos ellos para volver a pasear por este hermoso pueblo a solo 31 kilómetros de Valladolid, inmortalizado para siempre en esta épica película.

Los torreños (naturales de Torrelobatón) a través de la Asociación Cultural El Castillo, grabaron previamente un video en 2007, conmemorando el 45 aniversario del rodaje, recreando las escenas de la película rodadas allí, con habitantes del pueblo.

Bienvenido Mr. Heston ha tenido un amplio recorrido por diferentes festivales de todo el mundo, ha sido proyectado en numerosos cines e incluso el año pasado (2021) Castilla y León Televisión lo emitió en toda la comunidad como uno de los programas que dedicaron a la celebración del Día de Castilla y León y el V Centenario del Movimiento Comunero. Fue la segunda vez que pude verlo. Y ha habido una tercera, a través de internet, gracias a la Filmoteca de Castilla y León a través de su Canal Filmoteca CyL del 14 al 17 de diciembre de 2021. Mucha más información puede encontrarse en su página web, y el tráiler es accesible en este otro enlace, aunque lo mejor que puedes hacer es tratar de verlo íntegro (está a la venta en DVD).

(Publicado el 11 - 06 - 2022)

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