052.- Los grandes cines de Valladolid.- Cine Avenida (1957 - 1976)

 

Aunque la mayor parte de las reseñas que componen estos Recuerdos en una butaca se centran en las películas, como ya habrán observado los lectores, de vez en cuando, se incluyen algunas que describen la trayectoria concreta de algunos de los locales que hemos tenido en nuestra ciudad. El objeto de los artículos no es sólo un ejercicio nostálgico, sino también de homenaje y evocación de aquellas salas que tan buenos ratos nos hicieron pasar, describiendo de paso hechos y vivencias que tuvieron lugar en nuestra ciudad, si viene al caso.

Como ya hemos indicado en otras ocasiones, de la amplia oferta cinematográfica que desde los inicios del cine ha tenido nuestra ciudad, tres salas han destacado por encima del resto, en diferentes momentos, por su espectacularidad, sus prestaciones, etc. No incluimos en la lista los grandes coliseos que también ofrecían cine fuera de los periodos de representaciones teatrales. En los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo pasado el CINE COCA (en algún momento publicitado como GRAN CINEMA COCA, PALACIO DEL CINE) fue sin duda el más lujoso; en los años sesenta hasta mediados de los setenta, el CINE AVENIDA recogió el testigo, dejando finalmente el relevo al CINE VISTARAMA. En esta ocasión, recordaremos al emblemático CINE AVENIDA.

Inauguración

El martes 17 de septiembre de 1957, en el PASEO DE ZORRILLA 80 (la numeración ha ido cambiando a lo largo de los años), se inaugura el CINE AVENIDA, promovido por los empresarios JOSÉ DE LA FUENTE y su yerno JESÚS MATALLANA. Una de las diferencias con los cines y teatros activos hasta ese momento fue su diseño en los locales comerciales de un conjunto de viviendas, a cargo del arquitecto JOSÉ MARÍA PLAJA TOBÍAS.

        De aspecto lujoso y unas dimensiones espectaculares (1250 butacas y una pantalla de 15,85 metros de largo por 7,60 metros de altura), se inaugura con el largometraje La Familia Trapp (Die Trapp-Familie, Wolfgang Liebeneiner, Alemania del Oeste, 1956), y el cortometraje Noruega, como se observa en la imagen del anuncio publicado en el diario EL NORTE DE CASTILLA.

Como cabe suponer, la película relata la misma historia de la célebre Sonrisas y Lágrimas (The Sound of Music, Robert Wise, EE. UU., 1965), con algo menos de glamour y parecida blandenguería, aunque lejos también de la historia real. Su éxito en Alemania motivó una secuela con el mismo equipo dos años después, La familia Trapp en América (Die Trapp-Familie in Amerika, Wolfgang Liebeneiner, Alemania del Oeste, 1958). En EE. UU. se exhibió un refrito de ambas películas. La MARÍA VON TRAPP real, autora de las memorias publicadas en 1947 en las que se basan las películas, vendió posteriormente los derechos a Broadway para un musical, llevándose posteriormente a la pantalla grande en la popular versión que hemos citado que, por cierto, copia (calca más bien) de un modo bastante flagrante algunas escenas de la versión alemana.

A los pocos meses, en marzo de 1958, el CINE AVENIDA se convierte en sede de la Tercera Semana Internacional de Cine Religioso. Esta circunstancia incrementará no sólo la popularidad de esta sala en nuestra ciudad, sino su difusión a nivel nacional e internacional. Prueba de ello son la gran cantidad de fotografías que perviven actualmente de su fachada, adornada con las banderas de los países participantes en cada edición, que no encontramos de otras salas desaparecidas. Por otro lado, el estreno de películas comprometidas, o no distribuidas comercialmente con facilidad, que han caracterizado nuestro festival desde sus inicios, también contribuyeron a su prestigio. Recordemos dos ocasiones como botón de muestra.

El sábado 11 de abril de 1959, en la clausura de la IV Semana Internacional de Cine Religioso, tiene lugar uno de sus históricos llenos con la proyección de Los diez mandamientos (The Ten Commandments, Cecil B. DeMille, EE. UU., 1956), que sirvió además por aquellas fechas como homenaje al reciente fallecimiento de su realizador. Se proyectó a las diez y media de la noche, con lo que la velada acabó de madrugada, dada su duración, algo poco usual en aquella época. Desde entonces la citada película fue programada en otros cines de la ciudad siendo siempre garantía de buena recaudación. Por motivos diferentes, el domingo 5 de mayo de 1974, día de clausura de la XIX Semana Internacional de Cine de Valladolid (sin etiquetas añadidas desde la edición anterior) el CINE AVENIDA registra otro de sus llenos absolutos, junto a algunas manifestaciones de protesta, por la proyección de Jesuscristo Superstar (Jesus Christ Superstar, Norman Jewison, EE. UU., 1973); alguna organización intentó boicotearla acusándola de irreverente e incluso blasfema. Muchos aún recuerdan cómo se concentraban personas desde primeras horas de la mañana, para rezar arrodilladas delante de la entrada. Todo ello a pesar de que la víspera tuvo lugar una mesa redonda con varios sacerdotes que explicaron el sentido meramente artístico del film, lejos de cualquier connotación teológica. Como suele ocurrir, el efecto pretendido por los radicales fue el diametralmente opuesto ya que el público ovacionó estruendosamente la película, siendo reflejado en diferentes medios de comunicación de la época a nivel nacional (ver reseña 51).

Este escaparate internacional exigía mantener y mejorar las prestaciones que se podían ofrecer. Una innovación importante fue la incorporación del sistema TODD-AO. El CINE AVENIDA fue pionero junto al TEATRO CALDERÓN en nuestra ciudad en la incorporación de este sistema. Para entender en qué consistía la mejora, hagamos un breve repaso a algunos conceptos.

Los formatos cinematográficos

La difusión de la televisión en los años cincuenta del siglo pasado como consecuencia de los avances técnicos, supusieron una seria competencia para las salas de cine, sobre todo en los países que más habían avanzado en su desarrollo (EE. UU., Inglaterra y Francia). Para contrarrestar ese efecto, los grandes estudios cinematográficos asumen el reto de ofrecer más que la televisión, centrándose en mejoras en la calidad de imagen, de sonido y sobre todo en el formato, esto es, proporcionando una amplitud de visión lo mayor posible, más de lo que lo que el ojo humano sea capaz de ver. Esto lo logran con lentes anamórficas, que condensan más longitud de campo en la longitud del fotograma habitual, 35 mm. Surgen así formatos, como el CinemaScope, el Cinerama o la Vistavision, entre otros, que posteriormente irán mejorando y evolucionando.

En 1926, el inventor francés HENRI CHRÉTIEN desarrolló el Anamorphoscope, mediante lentes que comprimían las imágenes al ser tomadas que luego se debían dilatar al ser proyectadas. Conseguía así imágenes de longitud doble que las obtenidas mediante lentes convencionales. Intentó vender su invento a la industria cinematográfica norteamericana, pero en aquel momento no le hicieron el menor caso. Después el CinemaScope retomaría su idea. El formato convencional tiene una relación largo-alto de 4:3, o equivalentemente, 1.33:1. Inicialmente, la relación de aspecto del CinemaScope fue de 2.66:1 (doble ancho), aunque esta proporción se redujo para insertar en los fotogramas la banda sonora quedando en 2.55:1. Después se estandarizó a 2.35:1, independientemente del formato de la pista de sonido.

El Cinerama, palabra que combina cinema y panorama, es un formato en el que la película se filma con tres cámaras sincronizadas, que luego debe proyectarse por medio de tres proyectores de 35 mm funcionando también en sincronía, dando una imagen panorámica que incrementa su detalle y tamaño. Logra una proporción de 2.59:1.

La VistaVision, creada por la Paramount, fue otro formato panorámico alternativo al CinemaScope. Su objetivo era conseguir negativos de un grano muy fino filmando en una superficie más grande, de forma que cuando los negativos se positivaran y se proyectaran las imágenes, éstas se vieran muy claras, cosa que no pasaba con los otros sistemas, en los que las imágenes al dilatarse en la proyección perdían calidad y se oscurecían. Su gran calidad la lograban utilizando una cámara especial, con lentes de tipo gran angular. La película se proyectaba horizontalmente y los fotogramas tenían 8 perforaciones, en lugar de los 4 usuales, dando una relación de aspecto de 1.5:1.

En esta vorágine de las productoras por ofrecer mayor calidad que la percibida en casa, aparece el TODD-AO, desarrollado por el productor MICHAEL TODD, con la colaboración de la empresa American Optical, de ahí el nombre. Este formato usaba un negativo de 70 mm. (el doble del habitual de 35 mm., aunque en realidad ocupaban 65 mm., dejando los 5 mm. restantes para incluir la banda sonora), con cinco perforaciones de arrastre por fotograma y una cadencia de 30 imágenes por segundo (en lugar de las 24 del cine convencional). La definición de la imagen era casi tan alta como la que se obtenía con el Cinerama, y superior, por tanto, a la que ofrecían CinemaScope y VistaVision. La proporción de aspecto era de 2.21:1, aunque lo más importante era que estas mejoras las conseguía sin utilizar esas lentes anamórficas que implicasen la compresión de las imágenes en el negativo, y que tan caras resultaban de incorporar a las salas de proyección. La banda sonora estaba formada por seis pistas, cinco de las cuales actuaban desde detrás de la pantalla, y la restante alimentaba una batería de altavoces que recorrían todo el auditorio. Una de las ventajas del TODD-AO era la posibilidad de ofrecer diálogos con un sistema de sonido direccional, es decir, si el actor se encontraba en el lado derecho del encuadre, se le escucharía a través del canal de audio situado a la derecha de la pantalla, y así con todos los sonidos.

El gran inconveniente que acarreaban todos los formatos panorámicos era que debían proyectarse en una pantalla con curvatura cóncava (recuérdese la del CINE VISTARAMA) de 128 grados al menos, además de unos aparatos de proyección que dispusieran de lentes anamórficas que dilataran el negativo, y unos equipos de sonido más potentes y, como se ha dicho, estratégicamente situados por toda la sala. El TODD-AO evitaba lo de las lentes, pero tenía otro inconveniente: los proyectores debían funcionar a una velocidad diferente. Las salas cinematográficas tenían que hacer un enorme desembolso económico para adaptarse a estos requisitos y en muchos casos, no lo podían afrontar. Por ello, las productoras ofrecieron sus primeras películas con estos nuevos sistemas también en un formato clásico convencional (aunque con menor calidad de imagen) hasta que los cines fueran haciendo las reformas necesarias. En el caso del TODD-AO, los ingenieros de la empresa lograron adaptar el formato a la velocidad clásica de 24 fotogramas por segundo sin que hubiera distorsión de imagen si se proyectaba en una pantalla plana (como hicieron también con el CinemaScope).

A pesar de estas modificaciones, el TODD-AO fue todo un éxito, ya que su calidad de imagen y sonido eran muy superiores a las del resto de formatos panorámicos existentes. El mayor apoyo que tuvo este nuevo formato llegó de la mano de la 20th Century-Fox, que decidió utilizarlo en todas sus superproducciones como Cleopatra (Joseph L. Mankievicz, 1963), reservando el CinemaScope para las películas más comunes. Sin embargo, desde los años 80, prácticamente no se utiliza, salvo casos excepcionales de interés personal del director de la película, como en Conan, el bárbaro (John Milius, EE. UU., 1982).

El TODD AO en el CINE AVENIDA

Gracias a las adaptaciones comentadas, el CINE AVENIDA no tuvo necesidad de cambiar a pantalla curva, aunque amplió su tamaño (a 22 m. x 8 m.), equipó la sala con sonido estereofónico y la instalación de 25 altavoces, así como la incorporación de unos proyectores mejores, aptos para todos los sistemas existentes. La inauguración del nuevo sistema se realizó el 14 de febrero de 1964 con la película El escándalo (Javier Seto, España, 1963) y el cortometraje El milagro del Todd-AO (The Miracle of Todd-AO, EE. UU., 1956). Desde el punto de vista cinematográfico, la elección de dicha película no era demasiado afortunada ya que no era más que una nueva versión del clásico dirigido por JOSÉ LUIS SÁENZ DE HEREDIA en la década de los cuarenta, basada en una novela de PEDRO ANTONIO DE ALARCÓN, muy inferior a la versión anterior, prácticamente concebida como vehículo de lucimiento al servicio del entonces popular galán ESPARTACO SANTONI. Sin embargo, la velada fue un auténtico acontecimiento en la ciudad al estar presentes en las dos sesiones del día el propio actor y su entonces esposa la actriz mejicana TERESA (Tere) VELÁZQUEZ, un auténtico icono del cine de su país en aquel momento, hermana de la protagonista de la película, LORENA VELÁZQUEZ. Tras el cortometraje, ambos subieron al escenario a responder a las cuestiones de los medios de comunicación y del público, proyectándose después la película.

A lo largo de los años, el público vallisoletano pudo disfrutar de las mejoras con películas espectaculares, de acción normalmente, acompañando muchos de sus estrenos de grandes rótulos a imagen de los de la GRAN VÍA madrileña (salvando las distancias; aquí eran mucho menores, pero al menos había). Durante las vacaciones de Navidad fue característico del CINE AVENIDA programar películas de animación de la factoría DISNEY y realizar sesiones matinales para los más pequeños. Mi primer recuerdo de ir al cine fue en esta sala como describí en la reseña 2 y en la reseña 5.

El CINE AVENIDA estrenó la célebre Los Vikingos (Richard Fleischer, EE. UU., 1958) el 30 de diciembre de 1958. En las Navidades de 1975, volvió a programar Pinocho (Disney's Pinocchio, Ben Sharpsteen y Hamilton Luske, EE. UU., 1940).

El triste final del CINE AVENIDA

El miércoles 29 de septiembre de 1976, pasadas las diez de la noche, se produce un incendio que afectó a la pantalla, el telón, la tarima, el mobiliario y otros enseres durante la proyección de la película

Nevada Express (Breakheart Pass, Tom Gries, EE. UU., 1975). A punto estuve de ser testigo directo de este desastre como conté en la reseña 7. En la imagen se muestra el anuncio de ese día en EL NORTE DE CASTILLA (premonitoriamente, fue en efecto el último día, pero para siempre), en el que también aparecía el estreno previsto para el día siguiente, que nunca tuvo lugar. En la extinción del siniestro fue necesaria la participación de dos camiones cisterna para sofocarlo. La sala quedó prácticamente inservible, cerrando para siempre y dejando su lugar al centro comercial Avenida, galerías comerciales lujosas en pleno PASEO DE ZORRILLA, con escaleras mecánicas, ascensor y una espectacular cúpula, que, con el paso de los años ha ido sufriendo lo que otros complejos similares de la ciudad, el cierre progresivo de gran parte de sus locales.


Bibliografía utilizada y recomendada

● Archivo Municipal de Valladolid.

● Hemeroteca de El Norte de Castilla.

● Población Sáez, Alfonso J..- Los cines desaparecidos de Valladolid. Revista Atticus nº 10. Monográfico Valladolid. pp. 179 a 210. Valladolid 2020.

● Villalobos Alonso, Daniel y Grupo GIRAC.- Arquitectura de cines en Valladolid. Universidad de Valladolid, 2020.

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