022.- No era California, sino Madrid (Año 1976)

 


                La llegada del buen tiempo y del mes de junio siempre iba unida indefectiblemente al final del curso y, en mi caso, a la despedida de compañeros de clase que solían pasar los veranos en sus pueblos con sus padres y abuelos. Yo no salía de la ciudad, y trataba de paliar aquellos interminables días entre la lectura de tebeos y, por supuesto, las visitas a mi vecino CINE DELICIAS. Así pasaron los veranos de 1976 a 1979 (también hubo otras diversiones; el parque de Canterac y sus piscinas, por ejemplo, fueron otro lugar frecuente de juegos y travesuras de aquellos años).

            Un grupo de películas frecuentes en las sesiones continuas, además de las ya comentadas en reseñas anteriores, fueron las de un personaje que desde que nació lo hizo a la sombra del plagio, o al menos, con no pocos referentes muy similares. Finalizada la I Guerra Mundial, la gente buscaba evasión. Junto al cine, se hicieron muy populares las aventuras gráficas (o noveladas) publicadas por entregas en periódicos y revistas. En una de aquellas, en agosto de 1919, un reportero no demasiado brillante ni mucho menos conocido, un tal JOHNSTON McCULLEY, publica la primera entrega de un nuevo serial de título La maldición de Capistrano. Un joven de la aristocracia californiana, don Diego de Vega, hastiado de las injusticias y desmanes de los gobernantes locales, decide enfundarse por las noches un traje negro, y de incógnito tratar de poner remedio a tanta injusticia (¿suena a Batman, verdad? Los yanquis no se cansan de vendernos la misma historia muchas veces, y encima les seguimos el juego). Exactamente la misma temática también, salvo por la localización geográfica, de La pimpinela escarlata, escrita en 1905 por la baronesa húngara EMMUSKA ORCZY. O de Dick Turpin, un bandido cuyas primeras peripecias se datan en 1706. O como no, del célebre Robin Hood. Hay muchos más, sospechosamente similares y anteriores. Pero hay una diferencia no desdeñable: todos ellos pertenecen a un mundo literario cuidado, bien escrito, están bien documentados. El relato de McCULLEY en cambio ni siquiera se molesta en ajustar aspectos históricos, geográficos o culturales. Y su redacción es sencilla. Da la impresión de que su autor tenía claro que lo único que perseguía era el entretenimiento y que todo fuera fácilmente entendible por cualquiera.

            Lo que desde luego salvó a todos ellos del olvido más absoluto fueron sus adaptaciones al cine. En el caso de El Zorro, la lectura casual del serial por parte de DOUGLAS FAIRNBANKS y su mujer MARY PICKFORD, y su decisión de llevarlo al cine, a una película de muy bajo presupuesto y sin muchas expectativas, cambiaría por completo su devenir. Fue tal el éxito de aquella película muda, que el propio autor JOHNSTON McCULLEY se vio obligado a escribir, muy a su pesar, más aventuras años después, entre 1931 y 1958, prácticamente hasta su muerte, ese mismo año. Paralelamente, se hacen películas y seriales que van perfilando al personaje independientemente de lo que el autor describió en su novela gráfica inicial. Es el cine el que dotará al personaje del látigo, la espada, la famosa Z que lo identifica, lo exagera en su amaneramiento cuando es el aristócrata, y es tal su éxito que el escritor se ve obligado a incorporar esas características a su propio personaje.

           En 1940, el director ROUBEN MAMOULLIAN recupera el personaje original en El signo del Zorro, filmando una película más elaborada, más oscura, menos cómica que las precedentes. La rueda además en blanco y negro, más como una producción de misterio que de aventuras. Y las escenas de capa y espada son muy ensayadas y trabajadas, sin dobles, con los actores protagonistas. El resultado es un filme de gran éxito. Fue el primero que vi de este personaje por televisión.

        Méjico acoge entonces la producción de nuevas películas sobre el personaje, trasladándolo a Jalisco, y rueda algunas parodias. En los años sesenta, las coproducciones italianas, españolas y norteamericanas acogen nuevamente al personaje. Una de ellas, El Zorro de Monterrey (Zorro, la maschera della vendetta, José Luis Merino, Italia/España, 1971) es la primera que veo en el cine, el viernes 6 de agosto de 1976 en el CINE DELICIAS. Sin embargo, no recuerdo nada de ella, salvo su título.

            Por aquellas fechas, un actor causaba verdadero furor entre las chicas de catorce años para arriba, al punto que recuerdo perfectamente como en una ocasión en que pasaban una película suya por televisión, no hablaban de otra cosa. No lo entendía (yo tenía 11 años). Y el viernes 27 de agosto de 1976 lo vi por primera vez en una sala (después serían muchas veces). No sé si eran las películas, o este actor como digo, pero en aquella sesión el patio de butacas estaba más lleno que de costumbre. Y aunque tenía ganas de ver otra aventura del Zorro, mucho más actual, la sensación que recuerdo es que me gustó mucho más el tráiler, que vi la semana previa, que la propia película, y por supuesto, la segunda película de la sesión.

            Ambas películas las he podido ver más veces (desgraciadamente ya no en pantalla grande), y aquel recuerdo ha podido ser corroborado con argumentos más sólidos. Porque El Zorro (Zorro, Duccio Tessari, Francia/Italia, 1975) es una solemne idiotez, una película que pretende ser de aventuras para los más jóvenes (más bien niños), con cargantes toques de humor, pero se queda prácticamente en una parodia (no tan exagerada como otras posteriores, incluyendo en el paquete las de ANTONIO BANDERAS). Mejor dicho, en una anodina y cuasi romántica historia de amor para lucimiento exclusivo de su apuesto protagonista, tan inexpresivo como en casi todas sus películas. No voy a negar que ALAIN DELON ha participado en excelentes películas (por supuesto no ésta), pero un rostro y un tipo agraciados no son suficientes para realizar una interpretación medianamente decente. Y sea el personaje que sea, DELON es siempre el mismo, en cualquiera de sus películas. Claro, cuando el personaje a interpretar es como él mismo, lo borda. Pero en el ochenta por ciento restante de sus películas, bajo mi punto de vista, no es creíble en absoluto.

            El actor tenía especial interés en interpretar este personaje, como regalo para su hijo ANTHONY por su décimo cumpleaños, ya que el chico era un ferviente admirador del personaje. Años antes había rodado en nuestro país El tulipán negro (La tulipe noire, Christian-Jaque, Francia/Italia/España, 1964), éxito de público (no de crítica), y nada que ver con la novela del célebre ALEJANDRO DUMAS en la que se basa. A pesar de su mediocre guion, DELON interpreta con cierta credibilidad el doble papel de los hermanos de Saint Preux, a bastante distancia de su inenarrable Zorro.

            En la imagen, DELON y su hijo ANTHONY, en una pausa del rodaje de El Zorro.

La película se rodó íntegramente en España, en Madrid y alrededores, en su mayor parte, en localizaciones de Aranjuez, Pedriza de Manzanares (Madrid). Las calles de Nuevo Aragón son las de Nuevo Baztán (Madrid) y para la residencia del Gobernador se utilizó el Museo Cerralbo.  Finalmente, el desenlace se grabó en el castillo de Viñuelas, a 20 kilómetros de Madrid. Alguna escena también en Almería. El rodaje comenzó el 29 de julio de 1974 y se extendió hasta finales de septiembre. Posteriormente el montaje tuvo lugar en Roma (Italia).

El Museo Cerralbo es un museo nacional situado en la calle Ventura Rodríguez, 17 (Madrid) y alberga la colección privada de obras de arte, objetos arqueológicos y demás antigüedades (más de 50000 entre los que destacan algunas pinturas de El Greco, Zurbarán, Bronzino, Tintoretto o Van Dyck) reunida por ENRIQUE DE AGUILERA Y GAMBOA (1845-1922), XVII marqués de Cerralbo. Es uno de los escasos palacios decimonónicos madrileños que todavía conserva su decoración original. El museo se inauguró en 1944 y fue declarado Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural en 1962. Ha sido sometido a diversas obras de ampliación y mejora, la última entre el verano de 2006 y diciembre de 2010. Ha sido escenario de varias películas y series de televisión. Por otro lado, el castillo de Viñuelas, del siglo XVII, privado, también ha sido escenario de diferentes films.

            Además de ALAIN DELON, es destacable el “malo”, el coronel Huerta, interpretado por el británico STANLEY BAKER, en la que fue su última interpretación en el cine, ya que el 28 de junio de 1976 murió de cáncer de pulmón en Málaga con solo 48 años. Fue un fumador compulsivo toda su vida, como el propio DELON, que en esta época encendía un cigarrillo sin haber terminado el anterior. Otro actor de la película que falleció muy joven es ENZO CERUSICO, que interpreta al sirviente mudo (el contrapunto cómico), que al año siguiente se hizo muy popular como protagonista en la exitosa (y no por su calidad precisamente) La lozana andaluza. La película ha sufrido mucho el paso del tiempo resultando espantosa por momentos vista actualmente. Lo poco destacable es claro plagio de otras películas precedentes (el duelo de espadas final, por ejemplo, inspirado en Scaramouche (George Sidney, EE. UU., 1952)). Las bromas no hacen ni pizca de gracia (infantiles y a veces desafortunadas) y el colmo es la machacona banda sonora, completamente fuera de época, de los inefables GUIDO y MAURIZIO DE ANGELIS, omnipresentes en las bandas sonoras de las películas de TERENCE HILL y BUD SPENCER, entre otras. Su ridículo estribillo (Here's to being free, la la la la la la, Zorro's back) no deja de sonar cada vez que aparece el Zorro. Siguen en activo, por cierto, y actúan con el nombre de Oliver Onions.

Durante el rodaje de la película, LEON DEGRELLE, el ex-líder nazi belga, que condujo la Legión Extranjera de las SS durante la Segunda Guerra Mundial, huido después de la guerra, y buscado para ser juzgado por crímenes de guerra, se acercó con toda impunidad a conocer a ALAIN DELON, que no dudó en fotografiarse con él. La foto apareció en la prensa de toda Europa, excepto en España, obviamente. Preparando esta reseña, he localizado dos entrevistas de aquella época en el programa Directísimo, presentado por JOSÉ MARÍA IÑIGO, una a ALAIN DELON y la otra a STANLEY BAKER (del minuto 15:00 al 22:55). Échenlas un vistazo, aunque sólo sea por nostalgia; apreciaran las diferencias de carácter entre ambos actores: el primero tan subidito como siempre, con respuestas cortantes y en algún momento de mala gana, permitiéndose el lujo de reírse del presentador corrigiendo las traducciones al castellano que no le parecían bien, mientras que el segundo se esfuerza con humildad en responder en su limitado español.

El Zorro se estrenó en Francia el 5 de marzo de 1975, y en Italia al día siguiente. En España fue el 8 de abril de 1976 en Sevilla, no haciéndolo en Madrid hasta el día 12. Es llamativo que países como Austria, Alemania del Oeste, Japón, Holanda, Finlandia, Turquía, Dinamarca o Suecia la estrenaran antes, habiéndose filmado aquí. En los EE. UU. no lo hará hasta junio de 1976. En Valladolid la estrena el CINE ROXY el jueves 15 de abril de 1976, aunque ya el martes 13 se fue creando expectación con anuncios como el que mostramos de EL NORTE DE CASTILLA. Allí está ocho días, pasando el 24 de abril al CINE GOYA a un programa doble. Siete días después desaparece de cartel hasta ese viernes mencionado en el CINE DELICIAS. En menos de cuatro meses de su estreno ya en cines de barrio, olvidándose rápidamente.

Como curiosidad, El Zorro fue una de las primeras películas occidentales que se proyectaron en China en 1978, después de la Revolución Cultural. En los registros de audiencia, se indica que más de 70.000.000 de espectadores la vieron.

Dejamos para otro momento el comentario sobre la segunda película de aquella tarde, Hatari!, de bastante más calidad e interés, a pesar de no ser de las mejores de su realizador. 

(Publicada el 21 - 06 - 2021)

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