029.- Las películas clasificadas S (Año 1978)


Entre 1978 y 1983 aproximadamente, hubo un género de películas que causó verdadero furor (nunca mejor dicho) en España. Tras la muerte de FRANCO, los que vivimos aquel momento sin duda recordaremos cómo los quioscos se llenaban de revistas con mujeres desnudas y poses llamativas, lascivas y de marcada provocación sexual, y los cines, de películas del mismo tipo, llegando algunas salas de la ciudad a “especializarse” en el género.

El cine llevaba ya algún tiempo incluyendo referencias de tipo erótico-festivo (sobre todo festivo, porque casi siempre la connotación era humorística). Recordemos las películas adscritas al landismo, incluso las de PACO MARTÍNEZ SORIA, que aún con su sempiterno mensaje pro-familiar y de buenas costumbres, no se cortaban de incluir bellas chicas luciendo bañador, junto a no pocos comentarios/chistes “picantes” (y bastante machistas por lo general, también). De hecho, en todos los estudios sobre el destape en España, se cita la coproducción La Celestina (César Fernández Ardavín, España/Alemania del Oeste, 1969) como la primera película en la que durante cinco segundos, se percibe fugazmente el pecho de la actriz ELISA RAMÏREZ. Sin embargo, es necesario puntualizar que, en 1991, se descubrió una película rodada en 1936, Carne de fieras (dirigida por ARMAND GUERRA, uno de los seudónimos que empleaba el anarquista valenciano JOSÉ ESTIVALIS CABO), nunca estrenada comercialmente, y que hoy conocemos gracias a la recuperación y restauración de la Filmoteca de Zaragoza. En ella, la vedette MARLÈNE GREY, aparece completamente desnuda, salvo por un minúsculo tanga, dentro de una jaula con cuatro leones. En este enlace puede verse la película íntegramente.

Por supuesto, en otros países, el asunto iba mucho más avanzado y de un modo natural incorporaban a los argumentos las escenas que fueran necesarias sin ningún tipo de censura o cortapisa. La censura española era la que impedía su estreno en nuestro país, y los que podían, aprovechaban sus viajes o vacaciones para ver lo que aquí era imposible, al punto de llegar a generalizarse las escapadas exclusivamente a ver películas prohibidas por el Régimen. E incluso descubrir que había películas con doble versión: una recatada para España, y otra “normal” para el resto del mundo. Estos escandalosos comportamientos (claramente peores los de los represores), llevaron al gobierno de la UCD presidido por ADOLFO SUÁREZ, a aprobar en noviembre de 1977 la exhibición de películas de alto contenido erótico, violento o político bajo la denominación Clasificada S, aunque a día de hoy no se conoce si la letra elegida significaba sexo, sensibilidad, o qué. Aunque en aquel momento parecían lo más de lo más, en realidad eran películas de porno blando, algo más allá de la simple exhibición de cuerpos desnudos, pero sin llegar a lo claramente pornográfico. Dichas películas se acompañaban obligatoriamente de la frase Se advierte al público que este filme por su temática o contenido puede herir la sensibilidad del espectador.

Se aplicó la etiqueta a muchas producciones foráneas, algunas estrenadas en sus países y el resto del mundo hasta décadas antes, y se constató que el público, masculino mayoritariamente, llenaba las salas. Bajo ella también se incluyeron películas de fuerte carga violenta (como Mad Max (George Miller, Australia, 1979) o Las colinas tienen ojos (The Hills Have Eyes, Wes Craven, EE. UU., 1977).  De este modo, muchos productores, realizadores, actores y actrices españoles vieron un filón, y empezaron a rodar películas de producción propia. La mayor parte de éstas (también las extranjeras) tenían una calidad escasa (por no decir inexistente) y un mínimo coste, rodadas sin apenas guion y en poco tiempo. Muchos directores firmaban tales productos con seudónimos, quizá no queriendo ser directamente identificados con el resultado final; a veces ni siquiera había un director, sino que el propio productor asumía tal papel. En torno al 15% de las películas filmadas aquellos años eran de este tipo, y algunas llegaron a convertirse en éxitos comerciales sin precedentes. En la mayor parte, dicho éxito lo recibieron los productores, y algunos directores (no muchos), no así los actores y actrices a los que se exigía trabajar y rodar escenas cada vez más cercanas a lo pornográfico, en condiciones bastante poco dignas. No obstante, había que alimentarse, y poco más se ofrecía para poder trabajar. En algún momento se intentó dotar a los argumentos de cierta carga social o política, de denuncia, pero la idea no prosperó: el público lo que quería era sexo, y no le importaba lo más mínimo cualquier otra cosa, pidiendo además cada vez más.

Esta poco edificante situación llevó a la Dirección General de Cinematografía del momento, con PILAR MIRÓ de responsable, a disolver la Junta de Calificación, suprimiendo la S como calificación moral de este tipo de cine. Posteriormente, el 5 de marzo de 1984, el gobierno aprobó un real decreto con la legalización de las llamadas salas X, exclusivamente para mayores de 18 años, y la retirada de cualquier tipo de ayuda económica a películas de estas características. Dicha ley especificaba que no se podía abrir una sala X en una localidad donde no hubiera al menos tres salas comerciales de exhibición cinematográfica abiertas ininterrumpidamente durante todo el año. Estas salas además no podrían tener un aforo mayor de doscientas butacas y su dueño no podía transferir o vender la licencia de explotación durante al menos tres años. La posterior comercialización de este tipo de productos en video-casetes y su alquiler en videoclubes (algo que le sucedió también al cine comercial) provocó un descenso de asistentes a estas salas que acabaron desapareciendo ante la progresiva ausencia de espectadores. Por si fuera poco, a partir de 1985, la televisión pública empezó a emitir Cine de Medianoche, y la posterior aparición de las televisiones privadas (seguro que todos recuerdan las emisiones codificadas de Canal + de películas X, a las que mucha gente se acercaba incluso aunque no vieran más que puntos y rayas: la imaginación al poder) acabaron por verificar la desaparición de este tipo de películas de las salas cinematográficas.

La mayor parte de los cines de sesión continua de la ciudad programaron en alguna ocasión películas Clasificadas S, si bien hubo algunos que destacaron por acabar haciéndolo prácticamente con exclusividad: el CINE LAFUENTE, El CINE GOYA, El REX y el ALAMEDA. El resto, como decimos, más esporádicamente. Uno de ellos, el CINE LAFUENTE (Calle Mantería, 34) inició una nueva etapa como SALA X, la única que ha habido en Castilla y León. Comenzó el viernes 1 de marzo de 1985 con la película Una rajita para dos, dirigida por JESÚS FRANCO (bajo el seudónimo de ROSA MARÍA ALMIRALL, en este caso) y su musa y pareja LINA ROMAY (con el seudónimo LULÚ LAVERNE), producción española de 1984. Terminó, con más pena que gloria, el martes 29 de septiembre de 1992, con la película Demasiado Caliente, en versión original subtitulada (aunque probablemente no hubiera necesidad del subtítulo), de la que no he logrado localizar dato técnico alguno. Realmente los encargados de titular las versiones españolas se superaban semana a semana en ordinariez y vulgaridad, y nada tenían que ver con los de las versiones originales, bastante menos repugnantes.

En el año 1978, andaba por los trece años, empezando a salir los domingos del barrio con chicos del instituto, algunos de más edad. Y dado el aluvión de películas de este tipo que como he comentado se anunciaban por todas partes, tarde o temprano tocaría ver alguna de ellas, más aún cuando en los programas dobles de sesión continua se mezclaban diferentes géneros, y al lado de una de kárate o del oeste, perfectamente podía programarse alguna clasificada S. Afortunadamente, en mi caso, no fueron más de media docena de ellas, y aún hoy, habiendo visto alguna de ellas de nuevo, me pregunto cómo con un par de ellas no fueron suficientes para no volver ver ninguna más. Porque aquello no tenía ni pies ni cabeza.

Mi ópera prima en este tipo de cine fue el domingo 5 de marzo de 1978, en el CINE LAFUENTE (¡¡cómo no!! Había visto otras películas ya en ese cine, pero toleradas para todos los públicos, antes de su fase exclusivamente porno). Fue un programa doble: un spaghetti western titulado El clan de los ahorcados (Preparati la bara!, Ferdinando Baldi, Italia, 1968) e Historia de O (Histoire d'O, Just Jaeckin, Francia/Alemania, 1975). La primera protagonizada por TERENCE HILL fuera de sus típicas comedias con su inseparable compañero de tortazos, interpretando a Django que urde su venganza contra el político que le destrozó la vida. La segunda, clasificada S, llevaba cuatro meses de éxito de público en el TEATRO CARRIÓN, que prolongó una semana más en el CINE LAFUENTE. Evidentemente, la entrada no estaba permitida a menores de 18 años, pero nadie me impidió entrar.

Casualmente, no he vuelto a ver ninguna de las dos películas nunca más. Solamente algunas escenas sueltas de Historia de O, por ver si acababa de ver algún sentido en aquellas incomprensibles escenas, con escaso diálogo por otro lado. Lo único relevante parecía ser admirar la belleza de la actriz desde todos los ángulos posibles, y teniendo por pareja diferentes hombres y mujeres. Según he leído posteriormente, la novela es un clásico del género basado en la posesión, la sumisión amorosa y el amor incondicional, aspectos que desde luego no alcancé a entender en aquel momento.

        Mi segunda y última incursión consciente a ver películas de este tipo en una sala comercial (después me topé sin saberlo con alguna con esa denominación, pero no de temática sexual) fue en el CINE GOYA el domingo 18 de junio de aquel mismo año: Emmanuelle II, la antivirgen (Emmanuelle II, Francis Giacobetti, Francia, 1975; Clasificada S) y La ronda del placer (A mezzanotte va la ronda del piacere, Marcello Fondato, Italia, 1975). Nuevamente no he vuelto a ver ninguna de las dos. La primera, que venía de mantenerse cuatro semanas de éxito en el CINE REX, la recuerdo como una estupidez aún mayor que la de O, y desde luego la que me dejó claro que nunca más volvería a tirar la tarde ni el dinero en un engendro similar. De la segunda no tengo el más mínimo recuerdo, pero por lo que leo no tiene mal aspecto: una comedia italiana enmarcada en un drama judicial. Al menos los protagonistas (CLAUDIA CARDINALE, MÓNICA VITTI, VITTORIO GASSMAN y GIANCARLO GIANNINI) aseguran una actuación de algún nivel.

No sé si el que cayeran ante mis jóvenes e inocentes ojos aquellas dos películas ha condicionado mi rechazo a este tipo de cine. Hablando con otras personas, de distinta edad y con cierto bagaje cinéfilo, siempre me han indicado, cuando ha surgido el tema, que no son dos de los peores títulos dentro del subgénero erótico. Si es cierto (y no tengo por qué dudarlo), la conclusión es clara: he hecho bien en dejar de lado ese género, aunque puedo entender que haya espectadores para los que cumpla otro tipo de expectativas diferentes a la artístico-cultural.

(Publicado el 25 - 03 - 2022)

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