003.- El inicio de una saga mítica (Año 1977)

 


            Al igual que las series de televisión gozan últimamente de una gran aceptación, existen sagas en el cine en las que se espera cada entrega con expectación, afluencia masiva de espectadores, etc. El engranaje publicitario, básicamente en películas norteamericanas, funciona de maravilla, aunque no se puede negar que detrás hay además una historia, más o menos interesante que prosigue, y sobre todo unos personajes con los que te has identificado y que te da pena olvidar. Como pasa con los libros. Una de esas sagas es la de Star Wars. Por supuesto no todo el mundo comparte esa pasión, depende de si le gusta el género al que se circunscribe (en este caso, la fantasía espacial).

            Pero no todo el mundo puede decir, sobre todo en las epopeyas que tienen cierta solera como ésta, que estuvo en el estreno del inicio, cuando no era más que una película entre tantas, de la que no se esperaba continuación alguna, y se conocía por La guerra de las galaxias (título por cierto que no se ajusta al original, como sucede en casi todas las traducciones al español). Era el sábado 17 de diciembre de 1977 (más de un mes después de su estreno en Madrid, el 7 de noviembre)

Pero en mi caso, como en otras ocasiones, sin saber muy bien qué iba a ver en realidad, los alicientes eran otros: iba a ir al TEATRO CALDERÓN (de largo el que siempre más me gusto de los grandes coliseos vallisoletanos; mi baremo de preferencias siempre fue Calderón, Lope de Vega y Carrión, por ese orden, seguramente en el último de los casos por sus incómodas butacas, y el poco desnivel entre filas que, para mi gusto tenía, que hacía que con alguien alto delante fuera muy molesto disfrutar la película), pero sobre todo, iba fuera del barrio y sin padres ni adultos, con chicos de más o menos mi edad, doce años. Fui bastante al TEATRO CALDERÓN en mi adolescencia; y en la actualidad, cada edición de la SEMINCI, trato de ver alguna película allí, a veces pienso que más por el lugar, que por la propia película. Por supuesto obras de teatro también, pero los recuerdos del pasado pesan mucho, y lo disfruto más viendo cine, aunque sea paradójico (porque obviamente es todo un señor TEATRO, con mayúsculas).

Aunque se han ido añadiendo efectos digitalmente, disfruté enormemente la proyección, desde la cuarta fila del patio de butacas, una tarde de domingo en la sesión de 7:30. No era, ni soy, un apasionado del cine de ciencia ficción, pero aquello era creíble (no se percibían transparencias, hilos sujetando maquetas, ni otros burdos efectos de producciones previas), y muy entretenido, de una vistosidad no conocida hasta ese momento. Durante bastante tiempo, la chavalería utilizaba en el instituto las mesas individuales de las clases como improvisadas baterías de disparo a la manera de las giratorias del Halcón Milenario. Con el tiempo, y más conocimiento del cine y otros cineastas, esa fascinación por el “innovador” GEORGE LUCAS se viene un poco abajo cuando uno visiona La fortaleza escondida (Kakushi Toride no San-Akunin, Akira Kurosawa, Japón, 1958), percatándose de que quizá haya algo más que “homenaje” en su propuesta espacial.

Lo que hoy llamamos merchandising y asumimos como normal, no lo era tanto en 1978, al menos de un modo tan masivo. Precisamente con La guerra de las Galaxias (al menos yo lo recuerdo así, aunque puede que tenga que ver que me empezaba a enterar más de las cosas que siendo niño), surgieron mogollón de campañas de todo tipo de productos. Era el hoy denominado fenómeno mediático del momento, y si querías ser alguien comercialmente hablando debías ofrecer algo relacionado con la película de moda. Por poner un ejemplo, Coca-Cola y Fanta regalaban diferentes carteles de La guerra de las galaxias al entregar 4 tapones de refresco y 5 pesetas en los supermercados, como vemos en el anuncio, en el que no faltan C3PO y R2D2, dos de los más recurridos protagonistas de la película. Álbumes de cromos, tebeos, artículos en periódicos y revistas, muñecos con los personajes, llaveros, tazas de desayuno, son incontables los objetos y promociones que desde entonces hasta hoy mismo se han ideado para los fans y los no tanto.

             Estuvo en Valladolid hasta el martes 24 de enero de 1978 (la verdad es que tampoco fue tanto, 5 semanas; ya contaremos de algunas películas que duraban meses en cartel ininterrumpidamente). Eso sí, son incontables las ocasiones en las que se pasó en sesión doble en las salas de reestreno.

            La banda sonora también marcó un récord de ventas y popularidad, y se codeaba con otra de otra película, la de Fiebre del sábado noche y los temas de los BEE GEES sin olvidarnos del fenómeno TRAVOLTA. Las discotecas bullían con ese tipo de música y bailes, promocionadas más aún con Aplauso, aquel programa de televisión de las tardes de los sábados precisamente, que empezaría a emitirse a los pocos meses. BONEY M, BONNIE TYLER, ABBA, el pianista RICHARD CLAYDERMAN, la misa nicaragüense, o ROCÏO JURADO estaban entre los cantantes más populares de aquel momento.
 
(Publicado el 24 - 04 - 2019)

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