012.- La desaparición del Teatro Pradera (1904 - 1968)
Cada cierto tiempo, muchos vallisoletanos comparten en las redes sociales fotografías antiguas del TEATRO PRADERA, lamentando su demolición y calificándola como una de las mayores barbaridades urbanísticas (y mira que las ha habido) cometidas en nuestra ciudad. Sin lugar a dudas, todo el mundo que lo conoció, recuerda con mucho cariño aquel edificio, señal de los buenos ratos disfrutados en él. No hace mucho tiempo, en uno de los tres recorridos en bicicleta que ASCIVA organizó por los cines desaparecidos de Valladolid, tuvimos ocasión de recordar su historia, que posteriormente fue publicada en la Revista Atticus 38 en una amplia reseña de esos recorridos (la revista es de libre acceso en internet). Pero como quiera que muchas personas siguen demandando información, y les agrada recordar, y que el próximo 22 de enero se cumplirán 53 años de su derribo, recupero lo que aparece en dicho reportaje, junto a algunos recortes de estrenos que tuvieron lugar en dicha sala. Bueno, en realidad, hubo en total varios locales Pradera. Pero empecemos por el principio.
(Imagen del grupo de Facebook, Valladolid: recuerdos e infancias, subida por Luis Posadas Lubeiro; la primera es del Archivo Municipal de Valladolid)
De ascendencia francesa, JOSÉ PRADERAT VERDIÉ llega a Valladolid desde Gausach, en el norte de Lérida, como trabajador del tendido de ferrocarril de la línea de Ariza. En 1871 trabaja en la carpintería que NICOLÁS ANTIGÜEDAD tenía en la calle Panaderos. JOSÉ contrae matrimonio con la hija del dueño, teniendo seis hijos. Los dos mayores, JOSÉ y MANUEL, comienzan su andadura profesional dedicándose al negocio de las ferias. En 1898, JOSÉ instala un salón de proyección de vistas en un local de la Plaza de la Fuente Dorada. Valladolid fue una de las primeras ciudades españolas a las que llega el invento del cine (que los hermanos LUMIÉRE presentarían el 28 de diciembre de 1895 en París), compitiendo con otros artilugios de proyección. En aquellos años, las ferias y fiestas son el momento en el que se dan cita todo tipo de atracciones novedosas. Como en el resto del mundo, las primeras proyecciones dividen a la gente entre los que las consideran una curiosidad sin más y los que creen que puede ser un espectáculo con futuro. Entre estos últimos, JOSÉ PRADERA ANTIGÜEDAD (por alguna razón, desconocida a día de hoy, castellanizó su apellido) se desplaza a París y contacta con los hermanos LUMIÉRE de los que consigue una máquina de proyección con la que empezará a proyectar durante las Ferias de San Mateo en el Campo Grande. Su afición al cine se hace tan grande que filma sus propias películas (documentales de eventos que suceden en Valladolid y La Coruña, fundamentalmente, que proyecta también en sus locales).
En el año 1900 se hicieron las primeras proyecciones al aire libre frente al monumento a Colón. Sería durante pocos años, hasta que se establecieron locales estables cerrados. Los PRADERA no sólo estarían en Valladolid, sino que recorrieron otras ferias del Norte de España (Santander y Bilbao, fundamentalmente) y Levante (Valencia). En 1904 consiguen un local estable de madera, denominado CINEMATÓGRAFO PRADERA, aunque popularmente fue conocido como La Barraca. A la entrada exhibía un pintoresco órgano italiano Gavioli, con figuras en movimiento que giraban a los acordes de una música producida por unas placas en forma de acordeón, perforadas, como los rollos de una pianola. Llamaba mucho la atención, aunque con el tiempo se fue deteriorando y acabó como adorno en los posteriores locales. El 15 de septiembre de 1904 tuvo lugar la inauguración con las películas La borrachera de un soldado, Salvamento de náufragos, Vista del puente de Portugalete y Ladrones de nidos. Su hermano MANUEL lo ayuda, a la vez que atiende un parque infantil (columpios, tobogán y carrusel) cercano a la barraca. Aficionado también al cine, la fotografía y el teatro, se convertirá en contratista de obras y representante artístico. Será a la postre el responsable de contratar los espectáculos de variedades que complementarán las proyecciones cinematográficas. En aquellos años, los teatros de género ligero (zarzuela, operetas, revistas, variedades, etc.) complementaban sus espectáculos con proyecciones cinematográficas. Mientras se cambiaba de escenario, los actores de vestuario, entre acto y acto, se proyectaban cortometrajes (las películas de larga duración tardarían aún un tiempo en llegar) que hacían la espera del público un poco más llevadera.
El local tenía 330 localidades (250 de preferencia) y un pequeño escenario donde se representaban los espectáculos. Los hermanos PRADERA fueron unos auténticos virtuosos de la publicidad. En la inauguración invitaron a autoridades, periódicos de la ciudad, familias de renombre, se hizo un gran despliegue con muchos adornos muy recargados, luces (disponía de su propio generador de electricidad), y todo tipo de artículos de la época de lo que hoy llamamos merchandising (espejitos, agendas, lapiceros, navajillas, cajas de cerillas, además de los programas de mano, por supuesto).
En las proyecciones, mudas en ese momento, existía una persona que las amenizaba, conocido como el explicador, que contaba lo que pasaba en la pantalla, sobre todo en las películas en las que los intertítulos estaban en inglés o francés (la mayoría). En la ciudad fue muy popular el Sr. VALENTÍN, que trabajaba a destajo: 24 sesiones en días festivos y entre 12 y 14 a diario. Ese año de 1904 se proyectaron en esta sala las primeras películas conocidas hasta el momento de Valladolid:
· Ejercicios de preparación para el concurso hípico realizados en el hipódromo de Valladolid por el oficial de Farnesio Sr. RIAÑO.
· Salida de los obreros de los talleres del ferrocarril del Norte a la hora de comer.
El público del Pradera era de clases populares, típico de ferias. Estaba acostumbrado a “comentar” los espectáculos de variedades, soltando lo que se les ocurriera a las cupletistas, actores, etc., levantándose en medio del espectáculo, fumando, gritando, etc. En las sesiones de cine hacían lo mismo.
En 1908 abre en la calle Santander nº 10 (hoy Héroes del Alcázar) el CINEMATÓGRAFO NOVELTY, con la intención de poner cine “de calidad”, para espectadores de clases más acomodadas, además de ofrecer más comodidades (calefacción en invierno, servicio de bar, etc.). Otros locales también iban ofreciendo mejoras, como el TEATRO LOPE DE VEGA para incorporar cine sonoro a sus sesiones. Como consecuencia de esta competencia, los hermanos PRADERA solicitan al Ayuntamiento la construcción de un edificio de ladrillo y nueva planta que ofreciera mayor seguridad y confort que el de su barraca de madera. En estos años se consideró que su aspecto exterior, deteriorado, resultaba además anacrónico, y el interior tampoco ofrecía muchos alicientes. Hubo mucha controversia en la ciudad (planteaban edificarlo en suelo municipal, invadiendo parte de los jardines del Campo Grande) y hubo dos bandos claramente enfrentados. Al final, los hermanos PRADERA logran una concesión por quince años, inaugurando el 16 de septiembre de 1910 el SALÓN PRADERA con un espectáculo de la artista CARMELITA FERRER. Su oferta era de espectáculos de variedades y películas “atrevidas”, no cerrando en verano como hacían los otros locales de la ciudad. Su aforo era de 1288 localidades, lo que unido a su espléndida situación hace que sea alquilado para otros eventos (culturales, políticos, etc.).
El 24 de junio de 1920, a las ocho y media, durante la representación de La reina mora, a cargo de la compañía teatral del Sr. BEGAS, se produce un incendio que destruyó el teatro, ardiendo también el depósito de películas que contenía, según EL NORTE DE CASTILLA, entre 600 y 700 películas.
Como hemos dicho, el comportamiento del público en esa época era muy poco ejemplar. Además, el material de las películas, el celuloide, era muy inflamable, lo que provocó no pocos incidentes y desgracias en todo el país. La más grave tuvo lugar en Villareal (Castellón): el 27 de mayo de 1912 hubo 69 muertos y 150 heridos en el incendio del cine La Luz, de un total de unos 300, un centenar más de los que permitía el aforo. Una chispa en la sala de proyecciones provocó el siniestro que quemaría y asfixiaría a padres, madres y niños que habían decidido pasar una tarde de lunes en familia. En cuestión de minutos empezó a arder todo el edificio. La salida quedó bloqueada por las llamas y no había una alternativa de emergencia. El cine se convirtió en una trampa mortal. Y no fue el único. El 24 de noviembre del mismo 1912 una falsa alarma de incendio hace cundir el pánico en el Teatro-Circo del Ensanche en Bilbao falleciendo 44 personas (40 de ellas niños). (En 1901 ya se había incendiado un barracón de feria en Valladolid, en el Paseo de Filipinos, la caseta denominada “El Palacio Luminoso”, el 17 de septiembre de 1901, al arder una película).
El 10 de diciembre de 1912 se da la orden de cerrar todos los teatros y cines de Valladolid por la ausencia de medidas de seguridad. Estas tragedias y otras similares junto a la psicosis producida en la sociedad concluyen en el establecimiento de una Real Orden de 19 de octubre de 1913 por la que se establecen normas a contemplar en todo tipo de espectáculos, de seguridad, así como la censura de las representaciones, la necesidad de sesiones numeradas, la prohibición de fumar, de repetir escenas, obligación de quitarse el sombrero, etc. Es muy curioso echarle un vistazo, para hacernos una idea de cómo se comportaba la gente en los espectáculos en aquella época.
En
1932 se hace una nueva reforma, pasando a denominarse TEATRO PRADERA. Este será
el edificio final que todos vemos en las fotos antiguas, muy ornamentado y
barroco en cuanto a decoración, pero con materiales de escasa calidad. A partir
de estos años, con la llegada de largometrajes, el cine absorbió casi
totalmente su actividad, en sesiones de programas dobles, aunque en época de
ferias desfilaban las compañías de revista más populares del país. El público
del PRADERA buscaba la distracción por encima de todo. Por ello, el tipo de
películas que solía ofrecer eran las comedias, las de aventuras, las películas
históricas, las bélicas, …, películas de género, en suma. Era destacable que,
en la publicidad, todo lo que presentaba este teatro-cine era “lo nunca visto”,
“lo más espectacular”, “triunfando en todo el mundo”, etc.
Cerró sus puertas el martes 26 de septiembre de 1967, con la presentación de la comedia Metidos en harina, una producción de la compañía de ZORÍ, SANTOS y CODESO (En las imágenes: Programa doble de 1965 y anuncio de la última representación en 1967).
A
principios de los sesenta del siglo pasado finalizaron las sucesivas prórrogas
de los derechos de explotación del teatro por parte de la familia PRADERA.
RAMÓN PRADERA ORIHUELA[1], hijo de
MANUEL, trató de volver a negociar con el ayuntamiento un nuevo contrato, pero falleció
en 1966 sin llegar a ningún acuerdo. Tampoco sus hijos y familiares estaban
demasiado interesados en continuar con el negocio. Además, aún coleaba que la
edificación se hizo en terreno público, y por si fuera poco el inmueble se
encontraba muy deteriorado. Para añadir más leña (recordemos que fue una época
de desarrollismo indiscriminado en nuestra ciudad) alguien planteó la
posibilidad de construir un lujoso hotel de varias plantas. El alcalde SANTIAGO LÓPEZ GONZÁLEZ acabó firmando la demolición del teatro, que se concretó el
lunes 22 de enero de 1968, siendo ya regidor MARTÍN SANTOS ROMERO (al que un
tanto injustamente se achaca la desaparición del local). Al final el hotel no se construyó (afortunadamente para el entorno) dado que existía una clausula en
el contrato de los PRADERA en la que se especificaba que tendrían derecho a
percibir los beneficios que hubiera por la concesión de cualquier nueva actividad.
Aquello no interesaba, y finalmente se proyectó un escudo floral en el solar
que es el que tenemos en la actualidad.
Los vallisoletanos siempre han añorado aquel teatro, más aún observando la fotogenia de sus imágenes. Recordamos finalmente que, en enero de 2018, falleció RAMÓN PRADERA LEONARDO, hijo del mencionado RAMÓN PRADERA ORIHUELA, también vallisoletano, uno de los realizadores más prolíficos de la televisión en nuestro país.
En resumidas cuentas, razones por las que se echó abajo aquel añorado teatro hubo muchas, algunas más justificadas (edificación en terreno público con bastante oposición, inmueble muy deteriorado y con elementos de muy baja calidad) y otras puramente especulativas (posibilidad de hacer negocio con un hotel).
[1] Fue presidente del Real Valladolid de fútbol, e impulsor de la Semana Santa de nuestra ciudad. Tiene a su nombre una avenida en el BARRIO DE LA HUERTA DEL REY.
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