037.- Coleccionar películas (II.- Revistas, VHS, DVD) (Año 1984)

 


            Por poco que nos guste, o por más que nos rebelemos y pataleemos, el tiempo pasa inexorablemente. No podemos hacer nada, a día de hoy, por retenerlo. Del mismo modo, los años de la Secundaria y los veranos de cine en sesión doble y continua en el CINE DELICIAS fueron pasando. El verano de 1983 se presentaba como una incógnita ante la entrada en la Universidad después del agobio de la Selectividad. En aquel momento (¡que diferencia a la actualidad!) la carrera de Matemáticas, la que yo elegí, no precisaba de mayor nota para entrar que un simple aprobado, de modo que vacaciones relajadas, aunque de cierta incertidumbre, porque en aquellos tiempos no existía tanta información como actualmente sobre los contenidos de las asignaturas. Solamente lo que conocidos que estuvieran estudiando lo mismo pudieran decirte, y yo no conocía nadie.

            Una vez empezado el curso, unos cien alumnos en primero, todos desconocidos, nos acomodamos al azar en varias filas de los bancos en escalera de una de las dos aulas del primer piso de la conocida como “torre” de la Facultad de Ciencias. Todo el curso en el mismo banco. Los profesores prácticamente no nos dejaban apenas descanso entre hora y hora, de modo que poco hablábamos entre nosotros, salvo alguna vez que alguien se retrasaba un poco, o directamente no venía. Casualmente, a mi compañero de la derecha, aparte de las matemáticas, le encantaba el cine. Pero no como mero espectador, que era el papel que yo siempre había tenido y del que nunca me había planteado salir, sino que parecía controlar muchas de las variadas tareas y entresijos que una producción cinematográfica incluye, y transmitía una pasión por ello mucho mayor que por las ciencias exactas. Se llamaba FERNANDO CASTAÑÓN, sólo estuvo ese curso allí, y en la actualidad es supervisor de emisiones en Antena 3, teniendo a sus espaldas un amplio currículo en el sector audiovisual. Es director en Arte Dramático, Máster en Dirección de Empresa Audiovisual y Doctor Honoris Causa en Filosofía de la Pedagogía.

          Con FERNANDO aprendí algunas cosas muy básicas, pero completamente desconocidas en aquel momento para mí. Entre ellas la existencia de revistas especializadas en cine, con diferentes puntos de vista. Cada mes, llevaba entre los apuntes la revista Fotogramas de la que arrancaba con sumo cuidado las páginas en las que se reproducían a todo color los posters de las películas de estreno. Hacía colección, y de esa revista era lo único que le interesaba. Para saber y aprender más de cine, Dirigido era mucho más adecuada. Tuvimos muchas conversaciones entre clase y clase, no siempre coincidíamos en gustos y opiniones (en aquel momento lo que me interesaban eran los westerns, el cine de acción, de aventuras, y para nada los musicales clásicos o las películas de autor de las que hablaba; recuerdo que andaba empeñado en encontrar la banda sonora de Millie, una chica moderna (Thoroughly Modern Millie, George Roy Hill, EE. UU., 1967) que no encontraba por ninguna parte). No he vuelto a verlo.

            Ese verano de 1984 me compré mi primer Fotogramas, el nº 1699, de julio-agosto (el de la imagen). No lo compraba de manera continuada, pero hoy tengo varias cajas con ellos y otras publicaciones similares. Paralelamente, iba leyendo libros más específicos prestados de la biblioteca de San Nicolás, de directores, actores, etc. Otra manera de conservar algo de aquellas películas que tanto me aportaban. Y precisamente en uno de aquellos Fotogramas, el número 1759 de enero de 1900, me animo a participar en un concurso que proponía mensualmente. Se trataba de responder tres cuestiones sobre una película a la que dedicaba un coleccionable bajo el título de Las películas más famosas de la historia del cine. En esa ocasión se trataba de La ventana indiscreta (Rear Window, Alfred Hitchcock, EE. UU., 1954). Había visto esa película varias veces (ya lo contaré en otra de estas reseñas) y me gustaba bastante. Las preguntas las sabía perfectamente (es necesario indicar que en esta época ni había internet ni la información era tan sencilla de buscar como ahora). Aunque me fastidiaba recortar la revista, mandé las respuestas. Entre los acertantes se sorteaban 10 Vídeos VHS de la película.

            Un par de meses después (olvidado todo esto por el ajetreo del día a día), el cartero de mi zona de LAS DELICIAS, LUIS POSADAS (que por las tardes trabajaba también de acomodador del CINE DELICIAS), sube a casa para entregar un paquete. Tanto mi madre como yo, los que estábamos en ese momento, nos entró cierto “mosqueo” porque no había nada en el paquete que nos sonara a conocido o esperable. Pero venía a mi nombre. Era una época en la que había noticias de cartas y paquetes bomba, por lo que aquello nos causaba cierta desconfianza. Viéndonos dudar, LUIS nos dijo que podía devolver el paquete sin mayor problema. Finalmente, decido quedarme con él (no era cuestión de tener al cartero toda la mañana esperando a ver qué decidíamos). Al abrirlo descubro el VHS y la carta de felicitación por obtener el premio. Salgo al quiosco a comprar el Fotogramas de ese mes (marzo de 1990, nº 1761), y en efecto, aparezco en la lista de agraciados.

            Todo estupendo, salvo por un pequeño detalle: en aquel momento no teníamos un reproductor de vídeo. En cualquier caso, aquella fue mi primera película propia.

            No tuve que esperar mucho a tener un reproductor. Mis padres me regalan el 28 de septiembre de 1990 la colección Historia Universal del Cine de editorial Planeta (10 tomos más 40 películas, más otras 10 películas infantiles) junto a un reproductor Phillips modelo 20 DV1. Un regalo inesperado que hizo que me olvidara de aquel premio de Fotogramas que a día de hoy sigue precintado y sin abrir. ¡¡Había que probar primero si funcionaban las 50 películas de la colección, muchas de ellas absolutamente desconocidas para mí!! Aquello fue un poco mi perdición, puesto que, desde entonces, empecé a grabar montones de películas que programaban por televisión. Y por supuesto, ¡¡sin anuncios!! ¿Se imaginan a alguien levantarse a las tres de la mañana a grabar una película de La 2, y estar pendiente hasta las cuatro de la mañana para eliminar los anuncios? Las cintas vírgenes de 240 minutos caían una tras otra. Al principio genial, pero pronto aquello empezó a multiplicarse y el sitio es finito. En total, llegué a 255 VHS (con dos películas de media en cada uno) que ocupan lo suyo y en la actualidad tengo almacenadas en el trastero sin saber qué hacer con ellas (en 1992 me independicé, me compré obviamente otro reproductor y continué con la tarea), puesto que ya no tengo aparato alguno donde verlas.

            Participé más veces en los concursos de Fotogramas y otras revistas, y programas de radio. Y volvió a sonar la flauta en el Fotogramas 1889 de marzo de 2001, con El hombre sin sombra (Hollow Man, Paul Verhoeven, EE. UU., 2000). Sólo que esta vez me tocó un DVD. ¡¡Y yo no tenía reproductor de DVD!! La historia se repetía. Y el vicio también: a día de hoy tengo tarrinas de DVD por toda la casa (unos 5500 títulos), sin saber ya donde meterlas.

            Ahora mismo el futuro es incierto. Se rumorea la desaparición de estos formatos caseros, en beneficio de plataformas como Netflix y cadenas de televisión a la carta. Espero egoístamente que el DVD, el Blu-Ray, etc., sobrevivan un tiempo (me veo comprando un par de reproductores más para seguir disfrutando del cine como yo quiero al menos hasta 2065, que hipotéticamente tendría cien años, a los que supongo no llegaré). En todo caso, un consejo: no se aficionen a coleccionar nada. Es un pozo sin fondo. Nunca se acaba, y siempre te apetece aumentar la colección. Conozco muchos amigos que les pasa lo mismo en los temas más variopintos (libros, música, tebeos, calendarios, billetes de lotería, muñecas, juguetes, fotos, sellos, álbumes de cromos, posters, …, la lista es interminable). Y no les digo nada como tengan más de una de esas aficiones. A alquilar locales, se ha dicho.

 

(Publicado el  9 - 12 - 2022)

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