34.- Un Spidey venido a menos (Año 1978)


          Hace unos meses cumplió 60 años. Recordamos su deslucida primera aparición en carne y hueso en el cine durante unas Ferias y Fiestas de nuestra ciudad.

            Los niños de los años setenta del siglo pasado, además de ir al cine, lo que no sucedía más que en fines de semana y algunas festividades, teníamos otras distracciones, algunas prácticamente desaparecidas en la actualidad. Una de las más populares era la compra, intercambio y lectura de tebeos. Los casi desaparecidos kioscos llenaban sus escaparates de color con Mortadelos, Tíos Vivos, Pulgarcitos, seriales de héroes como El Guerrero del Antifaz, El Capitán Trueno, Jabato, etc. También, por cierto, había publicaciones femeninas, en menor cantidad, pero las había. La publicación de historietas dibujadas de un modo estable (se pueden considerar ejemplos previos) comenzó a finales del siglo XIX (tiras cómicas y de aventuras en periódicos) y se establecieron como publicaciones independientes a principios del siglo XX. Los años treinta, cuarenta, cincuenta y sucesivos incrementaron su tirada y popularidad. En un principio un tanto denostados y calificados como lectura fácil e intrascendente, tipo pasatiempo, con el tiempo se han ido valorando en su justa medida este tipo de ediciones, adquiriendo categoría de género propio, siendo definido como noveno arte (pese a que es anterior en el tiempo al séptimo arte, el cine, y al octavo, la fotografía; eso da idea de esa reticencia que acabo de mencionar por parte de los “intelectuales cultos” de aquellas épocas).

            En aquellos años setenta irrumpieron en España editoriales que traían historietas diferentes a las europeas, concretamente norteamericanas. Corría el curso escolar 1977/1978, mi 6º EGB (Enseñanza General Básica). Fue el último curso en el que estuve en el Colegio-Academia Llamas, en la calle Olmedo, en LAS DELICIAS, edificio que ya ha desaparecido, justo enfrente del Colegio Público Calderón de la Barca, que sí se conserva, y es el edificio más antiguo en pie de aquel populoso barrio. Aunque a día de hoy no suceda, salvo en zonas rurales, un mismo aula era compartida por alumnos de varios cursos diferentes. Aquel curso en concreto, 6º, 7º y 8º de EGB (con edades desde 12 hasta 15 años, y puede que 16 por la presencia de algún repetidor) estábamos juntos. Evidentemente en ese intervalo de edades, los pequeños teníamos muy diferentes perspectivas que los mayores en cuanto a aficiones, entretenimientos y planes. Era un aula mixta, con chicas y chicos lo que, no me cabe la menor duda, hacia la convivencia menos cafre que si hubiera sido sólo de chicos (lo pude constatar al curso siguiente, estando en un aula sólo de chicos en el instituto; las broncas, peleas y gamberradas eran mucho mayores y más abundantes que en los cursos mixtos). Desde que comencé la EGB, estuve en aulas compartidas.

            Pues bien, algunos de aquellos chavales “mayores” llevaban tebeos muy distintos a los que eran usuales en mi casa. Una diferencia fundamental la mostraba la propia portada: rótulos que alertaban con “Revista para adultos” o “Historia gráfica para adultos”. Impensable que me compraran alguno, por supuesto. Aunque la portada era llamativa, todas las viñetas estaban impresas en blanco y negro, y su formato de 21 x 15 centímetros y 128 páginas lo daban aspecto más que de tebeo, de novela, aunque con papel de peor calidad. Sus protagonistas eran unos seres un tanto extraños: Spider-Man, El hombre araña; La Masa; Dan Defensor; Coronel Furia; son algunos que recuerdo. De manera que, lo poco que pude leer, fue a través de compañeros, y era un tanto frustrante porque llegó un momento en que todo el mundo (de mi edad, por supuesto) parecía no hablar de otra cosa. Era la tendencia de entonces.

            Acabé teniendo algunos de esos cómics (el término anglosajón parecía darle una impronta menos infantil al clásico tebeo de toda la vida; una tontería más del momento), de aquella editorial Vértice (que por supuesto aún conservo), de Spiderman, pero ya de los volúmenes 2 y 3 con la historia bastante avanzada (más de cien números), y un tamaño un poco mayor aunque con menos páginas. En la imagen, mi primer Spiderman propio, publicado en España en 1975. Sólo llegué a tener tres ejemplares, de modo que Peter Parker me atraería en algún momento, pero no como otros personajes que seguí leyendo y coleccionando.

            El 8 de septiembre de 1978 se anunció el estreno en salas de cine de una adaptación de las peripecias de ese personaje. En EL NORTE DE CASTILLA aparece días antes un anuncio de grandes dimensiones creando expectación, en un momento ideal: las próximas ferias y fiestas de San Mateo, con el curso escolar aún sin empezar. Evidentemente tenía que ir; además el CINE CERVANTES (así se llamaba entonces) no estaba demasiado lejos de LAS DELICIAS.


         Desconozco si alguno de los lectores de este artículo ha llegado a ver esta película, pero lo que les hubiera dicho un niño de trece años de 1978 sería: si les gusta el cómic, no la vean, no pierdan el tiempo. Si recuerdan pasadas decepciones que he comentado en anteriores reseñas (fiasco1, fiasco2), es probable que ésta supere ambas con creces. Ciertamente los efectos especiales de aquel tiempo eran bastante lamentables (recuerden el primer Supermán de RICHARD DONNER, también de 1978, y piensen que en ella no escatimaron presupuesto; no como en este caso), pero aquí se superaron todos los despropósitos imaginables.

            Aunque como he comentado, no era un experto en el universo arácnido, conocía algún que otro detalle, sobre todo las perversas acciones de los supervillanos de turno, que eran parte de lo interesante de los argumentos, junto al eterno dilema adolescente de Peter Parker entre la rubia Gwen Stacy y la morena Mary Jane Watson. Algo de ello esperas de una adaptación cinematográfica. Pues nada de nada. Salvo el personaje principal, dos minutos de tía May y el cargante editor J. Jonah Jameson, ningún personaje de la historieta gráfica aparece, y encima este último, a diferencia del original, considera que Spiderman no representa amenaza alguna para nadie. Spiderman, en vez de adolescente, parece más bien treintañero, y como tal se mueve en las desternillantes (de lo mal ejecutadas que están) y artríticas escenas de acción, a pesar de que no es el mismo actor el que pone cara al protagonista que el que da saltitos y lanza no una telaraña sino una cuerda casi tan gruesa como la de un buque mercante (¿no tenían presupuesto para al menos aparentar una convincente tela de araña? Compruébese en la imagen que encabeza esta reseña). Los “malos” son delincuentes comunes de cualquier telefilme norteamericano de tercera categoría y los gadgets del héroe son más que sonrojantes, directamente para irse de la sala al cuarto de hora de haber comenzado. Por ejemplo, el instinto arácnido del protagonista que le alerta del peligro, en lugar de un leve cosquilleo, es poco menos que una estruendosa discoteca de luces de colores proyectándose desde sus ojos; o los saltos, proyectados en sentido inverso a cómo se han rodado, o cuando trepa por una pared, es evidente hasta para un ciego que lo hace andando a cuatro patas sobre una superficie horizontal que luego se ha girado en la moviola (a veces aparecen objetos a su lado, y tampoco caen a pesar de estar teóricamente en una pared; ya digo de chiste). Hasta confraterniza con la policía, a diferencia de lo que sucede en los cómics. Al parecer fue Steve Ditko el autor que colaboró en el guion, que horrorizó, y con razón, al otro co-autor, Stan Lee. El argumento tenía que ver con que un misterioso personaje estaba controlando las mentes de algunos de los más insignes habitantes de la ciudad, por lo que Spiderman deberá desbaratar sus planes gracias a sus impresionantes poderes recién descubiertos tras la picadura de una araña radioactiva.

             La razón de la racanería presupuestaria se debió a que se trataba del episodio piloto de una serie de televisión, que jamás se estrenó en cines en Norteamérica; la CBS lo emitió directamente por televisión, junto a los siguientes capítulos. Dos temporadas estuvo en antena el engendro con un total de 14 capítulos emitidos entre 1977 y 1979. Sólo nos colaron la bufonada en salas comerciales en Europa, Canadá, Indonesia y algunos países sudamericanos. Su título fue Spider-Man: el hombre araña (The Amazing Spider-Man, E.W. Swackhamer, EE. UU., 1977) de apenas hora y media. Lo extraño es que gozara de algún éxito. Aquí en Valladolid estuvo proyectándose en el CINE CERVANTES hasta el 26 de septiembre, dieciocho días nada menos, todas las ferias; y al año siguiente volvió a programarse en la misma sala desde el jueves 30 de agosto al martes 4 de septiembre. Posteriormente tuvo su recorrido por algunos cines de barrio en sesión doble (CINE DELICIAS, 21 al 27 de septiembre de 1979; CINE BABÓN, del 2 al 5 de abril de 1980; MODERNO CINE LA RUBIA en dos ocasiones, del 11 al 17 de septiembre de 1980 y en julio de 1981; el CINE MATALLANA en agosto de 1983; y el CINE EMBAJADORES, en agosto de 1983).

La cosa no terminó ahí. Al año siguiente, de nuevo el CINE CERVANTES estrena una segunda parte, Spiderman 2: El Hombre Araña en acción (Spider-Man Strikes Back, Ron Satlof, EE. UU., 1978) desde el sábado 14 al martes 24 de abril de 1979. Eran los dos episodios siguientes de la serie televisiva juntos en una única película. Ésta pasó al CINE DELICIAS en agosto de 1981, al BABÓN en julio de 1983, al MATALLANA en septiembre de 1983, y al EMBAJADORES en diciembre de 1983. Y volvieron a vendernos lo mismo por tercera vez con Spiderman 3: El desafío del dragón (Spider-Man: The Dragon's Challenge, Don McDougall, EE. UU., 1979) de nuevo en el CINE CERVANTES (¿tendría la exclusiva?) durante dos semanas de abril de 1981. Después pasó al CINE DELICIAS en septiembre de 1981, al CINE BABÓN en agosto de 1983, al CINE MATALLANA en enero de 1984, al CINE EMBAJADORES en junio de 1984, y finalmente al REX en mayo de 1985. Esta tercera entrega eran los dos últimos capítulos de la serie de televisión, que en los Estados Unidos se emitieron en 1979. Un negocio redondo. Yo tuve suficiente con la primera. Además, nunca se han editado en DVD y en VHS sólo en Norteamérica, de modo que no es fácil encontrarlas en la actualidad. Aunque no sucede demasiadas veces, en este caso, sí son infinitamente mejores las versiones del arácnido que se vienen haciendo desde 2002 con diferentes actores y productoras, gracias a la sustancial mejora de los efectos especiales.

          El actor que encarnaba a Peter Parker en aquella primera versión (el de la foto) es un secundario habitual de películas y series de televisión, NICHOLAS HAMMOND (nacido el 15 de mayo de 1950). Se hizo famoso como segundo hijo de la familia Von Trapp en la célebre Sonrisas y Lágrimas, y popular (en los EE. UU.) por aparecer en diferentes anuncios en televisión. Frecuente en series como actor invitado (Hawai 5 – 0, por ejemplo), le llega entonces la oportunidad de encarnar al primer Spiderman de carne y hueso en esta serie de la que hablamos. Posteriormente su carrera ha continuado del mismo modo: esporádicos papeles en el cine, y con más frecuencia en trabajos televisivos. Recientemente ha aparecido, por ejemplo, en la película de TARANTINO Erase una vez en Hollywood (2019), junto a BRAD PITT, LEONARDO DI CAPRIO y MARGOT ROBBIE.

            A pesar de todo, la serie y estas películas tuvieron su público, y cierta popularidad. Incluso se editaron álbumes de cromos (en este enlace pueden ver el álbum completo).

            Cuatro días después de aquel estreno, el 12 de septiembre de 1978, se inauguró la 6ª Feria de Muestras de Valladolid, en aquel momento solo de carácter nacional, como vemos en la fotografía de EL NORTE DE CASTILLA. Probablemente todo el que la conociera en aquellos años, añore las tardes que nos pasábamos por allí, con unas instalaciones seguramente no tan sofisticadas como las actuales, pero en las que necesitabas más de un día para ver todo, y sobre todo, disfrutabas con las novedades más curiosas y degustabas un montón de productos por muy poco dinero, deseando volver al día siguiente (chocolates La Trapa en pabellón palentino; quesos, pasiegos y quesadas del pabellón de Cantabria; o stand de Ipavasa, por recordar un par de ejemplos). Aquella tarde/noche, en el restaurante de la Feria (sala de fiestas Rinumar, se llamaba entonces), el doctor FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE asistió a una cena-coloquio en la que deleitó a los asistentes con una instructiva charla.

            Repasando las noticias de aquellos días, es curioso que, a pesar del tiempo transcurrido hay temas que perduran, que no hemos solucionado, y poco hemos avanzado en ellos. Entre el 11 y el 22 de septiembre, tuvo lugar en nuestra ciudad una reunión de científicos expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y del Instituto Nacional de Meteorología trabajando sobre un Proyecto de Estimulación de las Precipitaciones (PEP) en la Cuenca del Duero. La sequía ya iba haciendo estragos. Se pretendía aplicar los trabajos y experiencias en otros países sobre la  “siembra de nubes”.  Algunos grupos ecologistas (y los agricultores; aquí coincidían, no cómo en la actualidad) pusieron el grito en el cielo (nunca mejor dicho), ya que básicamente consistía en rociar las nubes con ioduro de plata. Este compuesto químico es tóxico y peligroso para la salud, con efectos cancerígenos. Es utilizado para hacer que llueva en lugares muy secos, a veces también para que no llueva, pero desde luego experimentarlo en una zona poblada y rica en viñedos como la cuenca del Duero, no parece como para estar muy a gusto con esta práctica.

(Publicado el  13 - 10 - 2022)

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