044.- El palco “secreto” del CINE DELICIAS (Años 1977, 1985, 2011 y 2016)


            A los pocos días de haber “descubierto” el TEATRO CALDERÓN (véase este enlace), el siguiente domingo, el 6 de noviembre de 1977, se dio una situación singular. Mi padre, aunque no ejercía de férreo policía respecto a las películas que iba a ver, no aprobaba que pudiera ver las que no fueran toleradas para todos los públicos. Ya habría tiempo cuando fuera mayor era su forma de pensar. Por eso me sorprendió que me comentara aquella tarde que CARLOS MARTÍN, uno de los hijos del dueño del CINE DELICIAS (que eran los que llevaban entonces el negocio), le había comentado que seguramente me gustara una de las películas que proyectaban ese fin de semana. Sabía de sobra mi afición por el cine y me veía en la sala cada vez que había cambio de programa durante los periodos de vacaciones. Y no sólo que me gustaría, sino que además era una buena película. El problema era que la calificación era para mayores de 18 años, y obviamente no podía entrar.

          Aparte de la sala de butacas, el CINE DELICIAS tenía al lado de la cabina de proyección un pequeño mirador, con una media docena de butacas, al que salían de vez en cuando los proyeccionistas a ver la perspectiva de la sala, o a visualizar la película más cómodamente. En ocasiones era también un “palco de invitados”, amigos, familiares de los dueños, etc. Se accedía al mismo, al igual que a la cabina de proyección, por el portal de viviendas que estaban encima del cine, a través de una puerta que había entre el bajo y el primer piso. Es decir, era un acceso aparte de la entrada al cine. Allí me acomodaron, la única vez que estuve en esa atalaya, aunque me consta que muchos chavales conocían y frecuentaban el lugar (amigos de los hijos y nietos de los dueños, en muchas ocasiones). A todo esto, las películas eran La jauría humana (The Chase, Arthur Penn, EE. UU., 1966) y Diabólica Malicia (Night Child, James Kelley y Andrea Bianchi, Reino Unido/Italia/Alemania del Oeste/España, 1972), tal y como vemos en el recorte del periódico.

          La primera que se proyectaba era la “floja”, la segunda de las citadas. Recuerdo perfectamente que no me gustó demasiado, y no solo eso, sino que tuve la sensación de no enterarme de qué iba la cosa. He comentado varias veces que las películas de terror no eran de mi agrado en aquellos días después de lo que me costó olvidar algunas de las que vi, y las malas noches que me provocaron. Si a eso añadimos que el niño protagonista, MARK LESTER (el de la imagen), aparecía hasta en la sopa aquellos años, y me resultaba bastante repelente, aparte de parecerme que actuaba fatal, tenemos el cóctel perfecto. Afortunadamente de miedo no había casi nada, la cosa iba de un niño rarito, bastante salido además.

 

        No he vuelto a verla nunca (ni ganas me quedaron); sin embargo, muchos años después leí que la película estaba súper alterada aquí en España (y eso que se rodó entre Almería y Madrid), ya que de los 95 minutos de la versión original, la que se vio por aquí apenas llegaba a 72 minutos, habiéndose también “adaptado” los diálogos. Y no se estrenó hasta octubre de 1975 (en Italia fue en ¡¡1972!!). Seguramente esa fue la razón de haber entendido poco de su argumento.

Lo interesante de la tarde

             Y llegó el momento, la película por la que había infringido la norma de la edad. Por supuesto la sola presencia de ROBERT REDFORD, MARLON BRANDO, JANE FONDA y ANGIE DICKINSON (actores que conocía de sobra en aquel momento) entre otros, bastaba para que yo estuviera allí. En aquellos tiempos infanto-juveniles los actores eran el aliciente máximo para disfrutar de las películas. Tardaría algún tiempo en convencerme que lo importante de verdad era el director, y el guion, aunque la película fuera a blanco y negro (odiaba por aquella época las películas a blanco y negro). Y el formato. La pantalla del DELICIAS era grande. Algunas películas no ocupaban toda la pantalla (en los primeros tiempos recuerdo una cortina que años después desapareció en una de las reformas del local; cuando se quedaban sin abrirse del todo me resultaba decepcionante). Pero ésta sí. Era TODD-AO 70 mm. Una pasada.

            El mayor recuerdo de aquella primera vez que vi esa película fue la sorpresa de que al final mataran a ROBERT REDFORD. No estaba acostumbrado a las películas realistas. Desde luego la película me gustó mucho, con momentos realmente impactantes (aparte del citado, la paliza al sheriff), pero seguramente no la saqué todo el partido que con los años descubrí. Aquella fue la primera, y única ocasión, que visité aquel “palco especial” del DELICIAS que, por otra parte, tampoco solía tener muchos “invitados” (desde que estuve allí, me fijaba siempre si había alguien, y lo cierto es que casi siempre estaba únicamente el proyeccionista en los descansos entre película y película).

            La segunda vez que pude disfrutarla en pantalla grande fue el domingo 7 de julio de 1985, en el TEATRO CALDERÓN. En ese momento (20 años) ya tenía novia, y la convencí para ir a verla, con la seguridad de que le iba a gustar. Así fue, aunque algunos amigos me cuestionaron el que hubiera llevado a una chica a ver esa película. Afortunadamente como digo, sí le gustó (no así otras, de las que alguna vez hablaré, algunas tardes “gloriosas”, ja ja ja). Curiosamente en esta ocasión, teniendo ya más de 18 años y pudiendo entrar sin ningún problema, la calificación en ese momento había pasado a “no recomendada para menores de 13 años”, lo que por una parte dice mucho de la subjetividad de este tipo de juicios, y por otra me “liberó” en cierta medida de la “infracción” cometida años atrás.

            Mucho tiempo después, el 19 de mayo de 2011, impartí una charla/conferencia para la Asociación Cultural Amigos del Cine, describiendo y analizando la trayectoria profesional del director norteamericano ARTHUR PENN, el responsable de esta película. Fue uno de los realizadores enmarcados dentro de la llamada generación de la violencia, reflejando ésta, el sexo, y temas sociales y políticos, con un tono realista, y nunca de forma gratuita sino yendo a las raíces psicológicas y sus repercusiones en la sociedad. Aquella tarde no se proyectó ninguna película al completo (la duración de sus obras más interesantes pasa de las dos horas), sino que vimos un montaje con escenas seleccionadas de algunas de ellas, que iba comentando. Por supuesto, estuve bastante tiempo hablando sobre La jauría humana, una radiografía de la violencia que latía en la América profunda a mediados de los años sesenta del siglo pasado, describiendo detalles de las dificultades del rodaje (en ocasiones la filmación y montaje de una película tiene tantos o más increíbles avatares que su propio argumento), aspectos que muchas veces hacen entender o valorar mucho más lo que aparece en pantalla. En esta ocasión, el realizador abandonó todo antes de terminar su trabajo por culpa de las exigencias del productor, el poderoso y envanecido SAM SPIEGEL, que eliminó muchas escenas improvisadas de MARLON BRANDO, además de decidir personalmente el montaje final.

            A pesar de todo, el tiempo y el talento derrochado ha difuminado ausencias y defectos que a buen seguro no estarían si el director hubiera hecho el montaje que deseaba. Con todo, al público yanqui no le gustó demasiado el resultado: esperaban ver en La jauría humana un alegato sobre los valores norteamericanos perdidos, y en su lugar creyeron ver un culebrón desaforado (a nadie le gusta admitir sus defectos que, a día de hoy, no han hecho más que aumentar). Por contra, en Europa la película tuvo una gran acogida.

            Teniendo tan buena opinión de esta película, era lógico que también la propusiera ver y comentar en la Asociación de Vecinos del Barrio Belén, en BELEN CINE, el cine fórum que organizo en este barrio desde el año 2011. Fue la tarde del sábado 13 de febrero de 2016, y de nuevo la acogida y el coloquio fueron espléndidos, a pesar de que algunos la habían visto anteriormente por televisión.

            De modo que, puedo decir que aquella lejana tarde de 1977, vi una de esas películas que me han acompañado varias veces a lo largo de mi vida. Y lo seguirá haciendo, sin duda, alguna vez más.

Fechas de estreno

          El 17 de febrero de 1966 se hizo una première de La jauría humana en Boston, Massachusetts (Estados Unidos), estrenándose al día siguiente, 18 de febrero de 1966, en el resto del país. En España la VIII Semana Internacional de Cine en Color de Barcelona la estrena en nuestro país el 20 de octubre de 1966. En salas comerciales, el CINE AMAYA de Madrid (desde 2003, TEATRO AMAYA) la ofrece el 23 de diciembre de 1966. Las críticas fueron muy buenas. En nuestra ciudad, el TEATRO CALDERÓN la estrena el miércoles 11 de octubre de 1967, casi un año después de su estreno en Madrid (en la imagen el anuncio de EL NORTE DE CASTILLA de ese día), permaneciendo en cartel hasta el viernes 3 de noviembre (24 días). Después el consabido recorrido por los cines de barrio en sesión continua. En 1977, con la excusa publicitaria “Ahora en versión íntegra” disfruta de una segunda vida en cines de estreno. En Valladolid, el CINE VISTARAMA, que en los meses de verano aprovechaba a proyectar grandes éxitos del pasado, la repone la semana del sábado 16 al viernes 22 de julio de 1977. El siguiente cine en proyectarla es precisamente el CINE DELICIAS entre el viernes 4 y el miércoles 9 de noviembre, cuando yo la descubrí. Después seguiría por el BABÓN (febrero de 1978), LAFUENTE (noviembre de 1978) y LA RUBIA (mayo de 1979).

Puntualización Pasoliniana

      En la anterior reseña, indiqué que quizá el cortometraje La ricota (La ricotta, Pier Paolo Pasolini, Italia, 1963; 35 minutos) fuera el único novedoso en nuestra ciudad al no haberse estrenado nunca el largometraje del que forma parte. El azar, como siempre, hizo de las suyas, porque días después de la publicación de esa reseña encontré en el periódico del jueves 4 de marzo de 1976 el anuncio que vemos en la imagen en el que el TEATRO VALLADOLID lo proyectó junto al largometraje Pajaritos y pajarracos (Uccellacci e uccellini, Pier Paolo Pasolini, Italia, 1966), y el cortometraje documental del director contenido en la película La Rabia (La rabia, Pier Paolo Pasolini y Giovanni Guareschi, Italia, 1963). Por tanto, todos los cortos del pasado FESTIVAL LA FILA sí habían sido vistos previamente en nuestra ciudad (lo que sin embargo no les resta interés porque no creo que nadie de los asistentes los hubiera visto en 1976).

(Publicado el 24 - 05 - 2023)

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