047.- Los agostos del AULA MERGELINA (Años 1964 y 2023)
Quien venga siguiendo de un modo más o menos regular estas reseñas, además de recordar algunos espacios de nuestra ciudad en los que podíamos disfrutar de todo tipo de películas hace años, habrá podido apreciar cierta nostalgia personal, acrecentada en los meses estivales. Ésta es fácilmente explicable en un niño/joven que no veraneaba fuera de la ciudad y al que la mayor parte de los amigos dejaban para pasar ese tiempo con abuelos en pueblos o segundas residencias. Leer tebeos y libros, hacer crucigramas o darse una vuelta por el parque, créanme, no eran suficientes para ocupar tantas horas libres. Así, las tardes de sesión continua suponían un bálsamo además de una nueva y diferente historia con cada proyección. Posteriormente, en años de Bachillerato, COU y Universidad, las acampadas, las pandillas, los grupos de amigos a los que ya no podían obligar a ir con sus padres, fueron permitiendo nuevos entretenimientos y diversiones. El cine seguía siendo una opción, pero más de invierno.
Sin embargo, para aquellos que teníamos de algún modo inoculado el virus del Séptimo Arte, cerradas la mayor parte de las salas de reestreno (y las de estreno a precios que no permitían que el gasto fuera diario), nuestra ciudad nos ofrecía un recurso maravilloso: el AULA MERGELINA. También los ciclos de la Casa Revilla o las veladas del Patio de San Benito, pero de esos ya hablaremos en otra ocasión. Hoy quiero recordar y agradecer las sesiones de agosto que la Universidad de Valladolid nos ha regalado, y afortunadamente, sigue haciendo.
La Cátedra de Cine y su curso
El lunes 3 de agosto de 1964, a las 11 de la mañana en el Palacio de Santa Cruz, tuvo lugar el acto de apertura del I Curso de Cinematografía para educadores (tal fue el nombre que inicialmente se dio) organizado por la Cátedra de Historia y Estética de la Cinematografía de la Universidad de Valladolid que había sido creada el 28 de febrero de 1962, la primera en España de esas características, y segunda europea. La idea de su creación había surgido en abril de 1961, en la clausura de las III Conversaciones Internacionales celebradas en la Universidad de Valladolid, al amparo de la Semana de Cine Religioso y de Valores Humanos. El Subcomisario del Centro Sperimentale Della Cinematografía de Italia, FLORIS LUIGI AMMANATI, que había sido director de la Mostra de Venecia, propuso la fundación de una cátedra al modo de la de Pisa, surgida unos meses antes.
A pesar de los sesgos y condicionantes ideológicos de la época, los cursos tenían rigor e interés. Como muestra, un par de ejemplos. La asignatura Historia social y cultural del cine, impartida por el citado LUIS SUÁREZ FERNÁNDEZ, y desarrollada en cinco lecciones, consistía en una visión histórica, social y cultural de tres sistemas filosóficos diferentes: marxismo, cristianismo y existencialismo. Para el primero se repasó el cine soviético y sus características; para el segundo se echó mano a filmografías como la alemana (protestantismo), la norteamericana (influjo de la doctrina calvinista) y el neorrealismo italiano (humanismo católico); finalmente el existencialismo se abordaba mediante diferentes directores (franceses como TRUFFAUT y RESNAIS, italianos como FELLINI y ANTONIONI). La asignatura Estética fílmica, del profesor STAEHLIN, era de orientación eminentemente práctica. Partiendo de la métrica fílmica, analizaba los conceptos de espacio y tiempo fílmicos y las diversas maneras de expresarlos. Capítulo especial merecía el estudio del movimiento de cámara. Finalmente, abordaba otros elementos constitutivos del lenguaje fílmico, como ángulos, escala, sonido y color.
Complementando los cursos de cine, en las tardes de agosto se organizaban ciclos de proyecciones en el AULA MERGELINA de la Facultad de Derecho relacionadas con el contenido de dichos cursos, abiertas al público en general. Es relevante señalar, porque muchas personas seguramente no lo sepan, que esas proyecciones no son gratuitas, aunque la asistencia lo sea. Además del gasto obvio de mantenimiento (apertura y cierre del edificio, electricidad, climatización, equipo de proyección), hay que pagar un dinero a la productora de las películas, que previamente debe conocer, y aceptar que dichas proyecciones se lleven a cabo. Y no es una cantidad pequeña precisamente, multiplicada por veinte (cuatro o cinco películas por semana, durante cuatro semanas). Por ello, la Cátedra debe tener apoyos económicos de otras instituciones (la Universidad, el Centro Buendía, el Ayuntamiento, festivales como SEMINCI o Medina del Campo, embajadas, institutos o centros relacionados con los ciclos propuestos, por citar algunos). Es por tanto muy de agradecer que la Universidad de Valladolid a través del Vicerrectorado de Comunicación, Cultura y Deporte y la propia Cátedra de Cine hayan iniciado este curso pasado UVA VINECLUB con proyecciones todos los martes, en una apuesta de divulgación y muestra de películas de interés, más allá de su mayor o menor comercialidad, a la sociedad vallisoletana.
El Cine de la Cátedra en agosto de 2023
La dinámica de cada sesión ha sido la clásica: una vez acomodados los espectadores en la sala, el director de la Cátedra, el profesor JAVIER CASTÁN LANASPA, realizaba una amena e interesante (y en algún caso, imprescindible, so pena de arriesgarse a entender poco de lo que se iba a ver) introducción a la película y a algunos de los temas que trataban. Previamente, también comentaba o aclaraba las cuestiones que diversas personas le hacían llegar al finalizar la película del día anterior, bien sobre la propia película, bien sobre cualquier otra circunstancia relacionada con la proyección, su introducción u otros aspectos que consideraran relevantes.
Como evidentemente supondrán, no voy a describir ni a hacer una crítica de cada película. Para eso primero cada cual debería verla. Pero sí a relatar algunas impresiones sobre el ciclo, personales, como es habitual en estas reseñas, y como tales, pueden no ser compartidas (es más, cada uno tendrá las suyas, y algo bastante comprobado es que una misma película o libro puede provocar, incluso en una misma persona, efectos diferentes según factores como su estado de ánimo, sus circunstancias, etc.). Yendo de lo general a lo particular, me ha parecido una excelente elección de títulos, con diferentes formas de poner en escena sus argumentos. Estamos acostumbrados a consumir cine y televisión comercial, donde no se requiere esfuerzo alguno para entender lo que sucede, con técnicas de lo más elemental: plano contraplano para los diálogos, con posición de la cámara con escasas o ninguna variación, y planos generales para mostrar entornos, paisajes, etc. Para seguir las películas propuestas (en general en el llamado cine de autor), es necesario estar atentos observando cada escena (aunque la tentación del móvil en algunas personas empieza a parecerme patológica, el halo de luz despista y resulta molesto; seguramente sea una razón por la que cada vez me coloco más cerca de la pantalla).
La factura técnica de todas ellas es impecable (varios premios en festivales avalan algunas), cada cual en su estilo, así como las interpretaciones (algunas con actores no profesionales). La temática ha sido variada, dramas en la mayor parte de los casos: personajes introvertidos e inadaptados socialmente, el sentido de la justicia visto por padres que deben afrontar convivir con quien ha matado a su hijo, otros que en virtud de una supuesta libertad religiosa sacrifican al propio, jóvenes que deben asumir el cuidado de padres mayores en un entorno rural alejado de los “divertimentos” de su edad, jóvenes delincuentes sordomudos aparcados en centros sin demasiado control, la aceptación de un destino inexorable también en un entorno familiar, y dos dramas más “ligeros”, comedias negras más bien, también con su correspondiente punto a reflexionar. Como el director de la Cátedra indicó varios días, el posible nexo común ha sido el análisis de la condición humana desde diversas perspectivas.
Pero, por encima de todo, un evento es un éxito si consigue no dejarnos indiferentes. Y de siete películas, seis lo consiguieron en mi caso; la octava la descarto porque ya la había visto (no recordaba el título, pero enseguida me percaté; una de las más redondas, por cierto). Sólo una me aburrió terriblemente (mirar el reloj varias veces es un mal síntoma), aunque probablemente tenga que ver con una diferencia cultural, porque me ha sucedido lo mismo con otras películas de esa misma nacionalidad. Dos de ellas me afectaron especialmente por entender que la inaceptable situación planteada es tan real en pleno siglo XXI que me generó mucha rabia, indignación e impotencia. No entiendo a los espectadores que en una de ellas se incomodaban e incluso irritaban por su explícito contenido violento. Deduzco que poco cine han visto, porque existen géneros mucho más explícitos y repugnantes (el gore o el terror de vísceras y picadillo, por ejemplo, que no me gustan en absoluto). Pero sin ir tan lejos, las películas mondo de los sesenta, setenta y ochenta, como aquel falso documental Holocausto caníbal (Cannibal Holocaust, Ruggero Deodato, Italia, 1980), superaban con creces al tan recurrido TARANTINO para describir este tipo de productos. Lo realmente terrible de esa película tenía más que ver con la anulación completa del ser humano y la imposibilidad de escape o redención.
Me resultó aún más indignante (pero maravillosa y originalmente rodada) la tremenda despersonalización de un ser humano niño (niña, en este caso) en entornos que deberían ser de bondad, confianza y protección como la familia y una comunidad religiosa. Eché en falta, aunque se sugirió (por supuesto, cada director es libre de acabar sus obras como desee) el inmediato procesamiento en un estado de derecho de los padres y sacerdote protagonistas, y la pérdida inmediata de la patria potestad de todos los hijos de los primeros. Tampoco me resultaron bien terminadas otras dos películas (y eso me enfadó porque mejorarían, desde mi punto de vista): una porque al final jugaba interesadamente con los sentimientos del espectador (se puede elegir un final u otro, pero amagar con uno y luego terminar con otro, no; lo del Séptimo de Caballería llegando en el último momento está ya bastante trasnochado), y la otra porque la transposición de un mito clásico podría haber tenido más lógica en la actualidad (nos avisaron, es cierto, pero mi mente racional no tolera demasiado situaciones del más allá; misteriosas o inexplicables, sí, pero magufadas, las justas, o sea ninguna). Finalmente, buen arranque y buen planteamiento en las otras dos, sin resolución final explícita, como por otra parte suele ser la vida real. En ese sentido, correctas, bien llevadas, pero sin más. En plataformas pueden disfrutarlas actualmente, todas salvo una.
(Publicado el 03 - 10 - 2023)
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