046.- Dos mitos en una misma tarde (Año 1976)
Como otros años, no pocas veces he recordado este pasado verano las largas sesiones dobles que me metía en el CINE DELICIAS. El viernes 6 de agosto de 1976 (hace 47 años), con unos 38º C en la ciudad según releo en un periódico de aquellos días, la sala no tenía aún sistema de refrigeración, y desde las 4 de la tarde a las 8 se sudaba la gota gorda, pero entonces aguantábamos lo que fuera.
Don Quijote cabalga de nuevo (Roberto Gavaldón, España/Méjico, 1973) es una pintoresca versión de la obra de CERVANTES, de la que toma lo más conocido para configurar un guion absolutamente libre, hecho a la medida para que su protagonista principal, CANTINFLAS (el primero en aparecer en los títulos de crédito como estrella absoluta), se enrede en sus característicos laberintos de palabras repletos de ironías y dobles sentidos. Conscientes de estas licencias, como pidiendo perdón, aparece al comienzo el siguiente rótulo: “Pero de lo que sí estoy seguro, Don Miguel, es de que perdonará nuestro atrevimiento. Sé de su benevolencia, de su sentido del humor y de su espíritu abierto a todo lo que se hace con devoción”.
Vista hoy la película resulta un tanto irregular. Tiene momentos entretenidos, aún de cierta actualidad (tan poco hemos evolucionado en ciertas cosas), sobre todo en comentarios y actitudes de crítica social (aunque ya era época de aligeramiento de la censura, aparecen puyas a la iglesia, a la burguesía, a los populistas, a la justicia, a la propia censura, al tratamiento despectivo a clases sociales bajas y a las mujeres, etc.; seguramente se hizo la vista gorda al ser una coproducción, y a que gran parte del metraje es muy dialogado, casi teatral, y pensarían que el público seguramente acabaría aburriéndose, y prestarían poca atención; incluso hoy es así, así que entonces, imagínense).
Por supuesto las críticas de aquellos años fueron demoledoras, poniendo al guionista CARLOS BLANCO HERNÁNDEZ de vuelta y media (“hay cosas que merecen un respeto, y si no hay respeto, al menos que haya talento y gracia en el desafío. Pero ni lo uno ni lo otro”, comenta el crítico de EL NORTE DE CASTILLA, en general mucho más duro que el de ABC, ya que este segundo al menos encuentra aspectos destacables en la puesta en escena, como los decorados (el genial GIL PARRONDO fue su responsable) o la interpretación de los personajes principales). Independientemente de su mayor o menor acierto, no son demasiado entendibles estas críticas, ya que en ningún momento se pretende poner en escena la inmortal obra de CERVANTES.
Muchas de las localizaciones nos son familiares: la escena de los molinos tuvo lugar en Consuegra y en El Romeral (ambas en la provincia de Toledo); el palacio del Duque es el inconfundible castillo de Manzanares El Real (Madrid); la escena de los toneles en los que se entierran a los gobernadores tuvo lugar en La Cartuja, en Talamanca de Jarama (Madrid); Sierra Morena es en realidad La Pedriza; aparece también la Iglesia de Nuestra Señora de la Magdalena, en Torrelaguna (Madrid); y parajes de Villaseca de Uceda (Guadalajara), en el puerto de Despeñaperros y en la provincia de Burgos hay escenas en el Palacio de Avellaneda, en Peñaranda de Duero (la ínsula Barataria), y en Aranda de Duero. La película se rodó en otoño de 1972, septiembre principalmente.
El estreno tuvo lugar en Madrid el viernes 9 de marzo de 1973, en el CINE CAPITOL, a las 22:30, en una gala especial a la que asistió una delegación mejicana compuesta por el actor principal MARIO MORENO "CANTINFLAS"; el director de la película ROBERTO GAVALDÓN; el director del Banco Cinematográfico de Méjico, RODOLFO ECHEVERRÍA; el presidente de la Asociación Mejicana de Productores de Películas, FELIPE MIER; y el gerente de la Distribuidora Películas Mejicanas, JUAN BANDERA MOLINA. El evento fue
Respecto a la segunda película, comentaba en una reseña anterior que El Zorro de Monterrey (José Luis Merino, España/Italia, 1971) fue la primera película que vi en pantalla grande de este célebre personaje, junto a algunos datos sobre el personaje. Su director, el madrileño JOSÉ LUIS MERINO, rueda de hecho tres coproducciones con Italia sobre este personaje en apenas dos años: La última aventura del Zorro (1969), El Zorro de Monterrey (1971) y El Zorro caballero de la justicia (1971) y todas con el mismo protagonista, el actor grancanario CARLOS QUINEY (Carlos Alfonso Quiney Lodos, 1937-2007), CHARLES QUINEY, y a veces JEFFREY CHASE, como era costumbre en aquellos años para abrirse camino en el mercado anglosajón. Empezó su carrera de actor en el teatro y como secundario en una obra del programa televisivo Estudio 1, pero pronto su presencia física y su apostura le abren las puertas del cine, de cine de aventuras fundamentalmente. En la imagen lo vemos en una de sus caracterizaciones. Su carrera no fue muy larga (sólo entre 1968 y 1973) pero sí intensa (unas quince películas), siendo muy popular en Italia, donde rodó gran parte de ellas. La mayoría con dos directores, JOSÉ LUIS MERINO sobre todo, y JOSÉ MARÍA ZABALZA. Señalar, como curiosidad, que CHARLES QUINEY ha sido el primer actor europeo en encarnar al Zorro y a Robin Hood.
Precisamente la que nos ocupa tiene a JOSÉ LUIS MERINO (1927 – 2019) como responsable. MERINO fue uno de tantos realizadores que rodaba por encargo películas a destajo, de bajo presupuesto, rodadas en muy poco tiempo, sin ninguna ambición autoral o de calidad, de puro entretenimiento pero que funcionaban medianamente bien en taquilla en programas dobles. El Zorro de Monterrey es, sin lugar a dudas, una de sus más sólidas realizaciones.
En efecto, se trata de un producto discreto, pero bien disimulado, filmado con oficio y un guion sin exagerados disparates (a diferencia de otras lamentables películas de El Zorro). Copia la estética de los spaghetti westerns desde los títulos de crédito, con una banda sonora potente (compuesta por ALESSANDRO ALESSANDRONI, célebre por los famosos silbidos y la introducción de instrumentos poco habituales en las partituras de ENNIO MORRICONE en la trilogía de SERGIO LEONE), un espléndido formato en CinemaScope, y un recorrido por grabados de batallas entre mejicanos y estadounidenses con el típico zoom al hilo de la música, mientras van desfilando los rótulos. Una voz en off nos enmarca el momento histórico (independencia de California) y nos habla del sinsentido de las guerras y de cómo los mismos de siempre se benefician tanto de guerras como de periodos de paz. En ningún momento de la película se cita Monterrey (que aparece en el título), pero habiendo hablado de la independencia de California, se supone que la batalla del inicio es la que tuvo lugar el 7 de julio de 1846 entre ciudadanos mejicanos armados y tropas navales estadounidenses y no otra del mismo nombre, pero de otro Monterrey, en Nuevo León, Méjico.
Es evidente que se trata de una película para todos los públicos al contener muchos momentos de comedia, bastante bien llevados (algunos un poco exagerados, típicos de las películas y los actores italianos). Sin embargo, hay momentos donde no se escatima cierta violencia (a diferencia de las del dúo TERENCE HILL y BUD SPENCER, donde hay muchos golpes, pero ningún herido de importancia), siempre por parte de los villanos, porque, aunque El Zorro se carga a algunos enemigos, lo hace discretamente, sin saña. Las escenas de acción son creíbles: aquello que puede quedar ridículo (acrobacias de los protagonistas, peleas, etc.) aparece en penumbra, captado en escorzo o mediante otro tipo de recursos que disimulan bastante bien las carencias. Los duelos a espada y el uso del látigo por parte de CARLOS QUINEY son bastante correctas. Sólo una canción en inglés, con un imaginario playback de la actriz italiana protagonista LÉA NANNI que simula tocar la guitarra mientras monta a caballo, es realmente lamentable: ni se molesta en hacer como que mueve la mano izquierda, la que debe ir cambiando los acordes sobre el mástil; igual, casualmente, que PACA GABALDÓN en la otra película de la tarde, la de Don Quijote, con un laúd. No es la única concordancia entre ambas películas, ya que en ésta se menciona también a Don Quijote en un momento dado.
Al
ser parte de una trilogía, se podría pensar que ésta continúa la precedente,
pero no es así y las tres pueden verse independientemente. El único hilo común es
el apellido del protagonista: en la primera película es Antonio Sandoval,
mientras que en las dos siguientes el protagonista interpreta a David Sandoval,
hijo de un juez que se fue a estudiar a Europa, pero sin saberse muy bien
porqué cambiaron el título del padre por José Sandoval.
Los exteriores de El
Zorro de Monterrey se rodaron en Murcia y en la localidad italiana de
Tirrenia, en Pisa (Italia), mientras que los interiores tuvieron lugar en Madrid
y también en Tirrenia. La película se estrenó en Madrid el 29 de julio de 1971,
en pleno verano, y fue habitual varios años en las salas de programa doble de
toda España. La imagen del periódico ABC corresponde a agosto de 1972.
El jueves 12 de agosto de 1976 hubo cambio de programa, al que no asistí al ser para mayores de 18. Tres semanas después, contemplé otro Zorro en el mismo cine (ver de nuevo esta reseña). Y a los pocos días, el 2 de septiembre, el país quedaría impactado (y del hecho se habló durante meses) por la portada más famosa de la revista Interviú. Ese era el nivel en aquellos días.
(Publicado el 05 - 09 - 2023)
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