036.- El bueno, el feo y el malo (I) (Años 1979, 1985 y 2016)


        Cuando aquel domingo de diciembre de 1979, vi por primera vez esta película en el TEATRO CARRIÓN, jamás hubiera imaginado todo lo que posteriormente me traería consigo. Desde hacía un año, estaba haciendo pequeñas incursiones a otras salas de cine diferentes a la del CINE DELICIAS que literalmente estaba bajo mi casa. Bien con compañeros de clase, bien con un primo mayor que yo, algunos fines de semana, íbamos saliendo del barrio al centro de la ciudad. Según mis notas, era la primera vez también que entraba en el TEATRO CARRIÓN.

            Como comenté en una reseña pasada, descubrir Por un puñado de dólares me supuso un impacto respecto a las películas del Oeste que veía por la televisión bastante destacable. En seguida me di cuenta que no todos los spaghetti western merecían la pena, más bien eran pocos los que me resultaban creíbles e interesantes, seguramente por estar bastante cerca en general de lo esperpéntico, incluso de lo cómico, por exagerados, y porque muchos eran parodias de películas más “serias”. Pero El bueno, el feo y el malo me sonaba a priori atractivo, no sólo por lo conocido del título, sino por tener el mismo actor principal y el mismo director que la comentada Por un puñado de dólares. De la publicidad (véase el cartel de la película) sabía que La muerte tenía un precio era otra película de ese tándem, pero nunca la conseguí ver en pantalla grande, y además la calificación de mayores de 18 años era mucho más restrictiva que en el caso de las otras dos (cuando más adelante la logré ver en DVD, tardé bastante, entendí perfectamente la razón de esa clasificación). Aunque reconozco y valoro su calidad y mérito, a mí es la que menos me gusta de la trilogía, y lo achaco precisamente a no haberla disfrutado nunca en una pantalla en condiciones.

            Recuerdo perfectamente que aquellas ganas con las que me acerqué a verla, no fueron correspondidas cuando terminó. No sé la razón, supongo que por mis 14 años. De hecho, apenas recuerdo más que un par de escenas de ella dentro de ese espléndido teatro, que tampoco me causó ningún agrado, y esto sí lo recuerdo perfectamente: las butacas eran incomodísimas y la pendiente entre filas muy pequeña, de modo que disfrutaba sobre todo de las cabezas de los espectadores de la fila anterior. Si lo unimos al precio de la butaca, bastante más cara que la de mi querido CINE DELICIAS, seguramente en todas esas circunstancias adversas resida la explicación a esa sensación.

           La película se había estrenado en nuestro país en la SALA TÍVOLI de Barcelona el miércoles 7 de agosto de 1968 (en Madrid no lo hace hasta el martes 20 de agosto), casi dos años después que en Italia (allí fue el 15 de diciembre de 1966). Hasta cierto punto era normal, ya que estaba reciente el estreno de La muerte tenía un precio; de hecho, en Barcelona, por ejemplo, se exhibían ambas a la vez en diferentes salas. No parece muy normal, visto desde la distancia, que uno de los mayores éxitos del cine español en cuanto a recaudación (aunque fuera en régimen de coproducción), se hubiera retrasado tanto. Obviamente la Junta de Clasificación y censura de películas cinematográficas (que precisamente desaparece en 1965, año de estreno de La muerte tenía un precio) estaba de por medio, probablemente en base a la violencia, y algunos pasajes escabrosos (recuérdese que el personaje interpretado por LEE VAN CLEEF busca vengarse del que violó y con ello indujo al suicidio de su hermana, que el Indio (GIAN MARÍA VOLONTÉ) anda drogándose reiteradamente, y que se hace mofa y ridiculización de la Iglesia y lo religioso en determinadas escenas). Choca además que El bueno, el feo y el malo se estrene en agosto, un mes en el que en nuestro país prácticamente no hay estrenos de importancia, más centrado en las vacaciones que otra cosa. Echando además un vistazo a las críticas de aquellos años a la película, si bien se destaca la magnífica realización, por supuesto la banda sonora que desde el principio se considera magistral y la buena interpretación sobre todo de ELI WALLACH, sin embargo, se pone excesivo énfasis en calificar y rechazar su explícita violencia. Así, en ABC (edición de Madrid de 21 de agosto de 1968, página 65) se dice:

            escenas de violencia y crueldad hasta llegar a extremos de un sadismo repugnante […]. Sergio Leone es un esteta de la violencia, artífice de un Oeste sofisticado, falso, donde no hay personas, sino tipos; donde el lirismo y el sentido épico, de gesta, tradicional en el género, brilla por su ausencia, sustituido por la brutalidad más inhumana, por el desprecio más absoluto a la existencia, o a la propiedad ajena; donde el humor, de grueso trazo, abundante y con auténticos hallazgos, se hace sarcasmo, burla cínica”.

            Ciertamente, el Oeste de LEONE no era el idílico y maniqueo planteado por Hollywood anteriormente, sino que presenta muchas más aristas. Y sabemos, a día de hoy, que la vida tiene todas esas aristas, y “los buenos” no es que lo sean menos, es que no existen en la realidad, y “los malos” son mucho peores. De hecho, los propios norteamericanos adoptaron muchas de las características del western europeo en producciones posteriores, y superaron ese sadismo repugnante con creces (y no sólo por conveniencia recaudatoria en taquilla).

            En nuestra ciudad, El bueno, el feo y el malo se estrena en el TEATRO CALDERÓN el sábado 7 de diciembre de 1968, tal y como aparece en la imagen de la cartelera de EL NORTE DE CASTILLA (he tomado la del día anterior, la del anuncio previo al estreno), y no permanece demasiado tiempo, ya que es relevada el jueves 18 de diciembre, seguramente por la inminente llegada del periodo navideño. El crítico de EL NORTE DE CASTILLA en aquellos años, JOSÉ ÁNGEL RODERO, es más comedido (acercándose más a la opinión de los rotativos catalanes) calificándola de “obra de autor”, con contenido y exposición diferentes al western convencional. Alaba la buena factura formal de la película, define como excepcional la forma de perfilar cada una de las personalidades de los protagonistas, interpretados impecablemente, y destaca también su banda sonora (en esto hay unanimidad desde el principio en todas las fuentes consultadas) y su fino sentido del humor.

            Posteriormente, no será hasta el viernes 14 de marzo de 1969 cuando vuelva a proyectarse la película en el CINE CAPITOL, la pantalla de la calle Panaderos que en aquellos años retomaba los estrenos del TEATRO CALDERÓN, ya en sesión doble. No la tendrían mucho tiempo, ya que el martes 18 de marzo se anunció otro programa. Es probablemente la fecha en la que yo la vi por primera vez, en CARRIÓN, cuando más tiempo se exhibió, desde el viernes 7 hasta el viernes 21 de diciembre de 1979. En el CINE DELICIAS, el viernes 2 de agosto de 1985, junto a To er mundo e mejó, de MANUEL SUMMERS (de ésta sí que no recuerdo nada de nada) la vuelvo a ver, y en esta ocasión sí me resultó alucinante (lo que cambia verla en condiciones, en un pantallón, y sobre todo con la edad adecuada). Y eso que en aquel momento nos ponían una versión reducida de unos 140 minutos, con muchos “agujeros” en la trama, bajo mi modesta opinión.

           Por estos años de universidad, empiezo a leer libros y revistas de cine, a profundizar un poco más, a elegir mejor los títulos (iba menos al cine porque había que estudiar más, y además, los precios de las entradas ya no eran como años atrás porque lo normal ya no era quedarse en el barrio, sino ir a salas de estreno en el centro de la ciudad). Y en una de éstas (seguramente en el libro sobre Sergio Leone, de CARLOS AGUILAR, publicado por Cátedra; respecto a la imagen, hay nueva edición corregida y mejorada, pero el que yo leí fue ése), me entero que un porcentaje amplio de la película se rodó en el entorno de Salas de los Infantes (Burgos), a dos patadas de aquí como quien dice. Me resultó curioso.

            Un buen día de finales de curso de 2016, por casualidad, veo en internet que del 20 al 24 de julio van a tener lugar una serie de actos en conmemoración del 50 aniversario del rodaje de El bueno, el feo y el malo, organizado por la Asociación Cultural Sad Hill, de la que hasta ese momento jamás había oído hablar. Leo el programa y me encuentro con un montón de actividades que me resultan al leerlas súper interesantes, sobre todo por la calidad de los ponentes, algunos de reconocida categoría internacional. Indago un poco sobre esa asociación y descubro que, a partir de un puñado de entusiastas vecinos de la zona de Salas de los Infantes, y con ayuda de aficionados al cine o simplemente personas que echan una mano, habían logrado desbrozar el lugar donde se rodó la escena final de la película (el ficticio cementerio de Sad Hill) y habían encontrado en un estado aceptable el círculo empedrado donde tuvo lugar el enfrentamiento final de los tres protagonistas. Desde entonces, y ya como asociación cultural, se dedican a recuperar y restaurar el enclave desinteresadamente, financiándose en parte mediante un curioso crowfunding: el apadrinamiento de una tumba (con el nombre que cada cual deseara incluir) para reconstruir el cementerio-decorado de la película tal y como estuvo en torno al círculo empedrado. El éxito es tal que tienen que parar para no sobrecargar el lugar de cruces.

            Mi problema era que, por estas cosas del plan Bolonia y de la celebración de los exámenes extraordinarios en julio, no podía ausentarme esa semana del trabajo. Aun así, decido inscribirme, ya que en el programa constato que lo más “interesante”, empieza el viernes a partir de las seis de la tarde. Como pueden suponer, después de hecho, a uno se le pasan por la cabeza los reproches que cualquiera que no sea un freakie se va repitiendo. Pero ya había pagado la inscripción y no había vuelta atrás. El viernes 22 de julio, casi sin comer, me encamino hacia el hotel Benlloch de Salas de los Infantes, donde había reservado dos noches.

CONTINUARÁ ...

(Publicado el 17 - 11 - 2022)

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