035.- Coleccionar películas (I.- Bandas Sonoras) (Año 1978)

 


            Aunque fuera en blanco y negro, hasta donde me alcanza la memoria, un servidor siempre ha convivido con ese electrodoméstico al que se ha calificado como caja tonta, supongo que por esa atracción que provocaba, sobre todo en los niños, que nos hacía estar pegados a la pantalla durante mucho tiempo (ampliamente superado como sabemos hoy en día por consolas, ordenadores y móviles). No era mi caso, porque recuerdo no poder ver muchos programas que se anunciaban o de los que se hablaba en el colegio, porque en mi casa la tele se encendía sólo un ratito por tarde/noche. Supongo que allí vería las primeras imágenes de películas, de cine que llamábamos cómico (recuerdo que emitían bastantes cortometrajes), y de dibujos animados. Haciendo un paréntesis, recuerdo perfectamente estar por el cuarto de estar jugando a mis cosas, oyendo de fondo el relato de la llegada del hombre a la Luna, 1969. Obviamente con cuatro años no alcanzaba a entender que dieran a aquello tanto bombo y platillo, aburrimiento total, como con los interminables partidos de fútbol (quien me iba a decir que después, paradójicamente, me haría socio del Pucela, con 27 temporadas a cuestas a día de hoy; lo que cambian las cosas).

            Y claro en época navideña, esto sigue igual, sólo que ahora es desde septiembre prácticamente, tragándome montones de anuncios de juguetes para pedir a los Reyes Magos. Sólo un par de veces me trajeron algo que hubiera pedido, por cierto, pero una de esas escasas ocasiones fue un proyector de cine. Recuerdo que me llamaba mucho la atención el Cine Exin, en el que parecía por la publicidad que era uno mismo el que mediante una palanca, daba la velocidad que quisiera a la proyección. Pero como pasaba casi siempre, Melchor no me concedió el deseo y lo que recibí fue un Cine Max. Bueno, no me debí quejar, aquel proyector tenía una apariencia más “profesional”, menos de juguete (aunque lo de dar vueltas a la manivela me quedó ahí como una pequeña frustración, y seguramente también que en éste no estaba Mickey Mouse; ¡¡cómo nos engañan (porque esto sigue igual)!!).

            Desde luego, los publicistas de la marca Bianchi no se cortaban un pelo, como vemos, ya en aquellos años: Este SI que es un cine de verdad, en clara referencia al otro juguete de la competencia.

            Las películas que vendían para este proyector eran de 8 milímetros, o Súper 8 (una versión mejorada de la anterior), y obviamente eran sólo imágenes, sin banda sonora, de entre 5 y 7 minutos de duración. Tuve un par de cortometrajes de CHARLES CHAPLIN, de TOM Y JERRY, de la PANTERA ROSA, y el primer episodio (condensado) de MARCO (De los Apeninos a los Andes). En otra ocasión recordaré los problemas que acarreaba este tipo de proyectores y películas (al menos los que se me presentaron a mi). El caso es que este fue el primer tipo de objetos que tuve relacionados con el cine. En mi absoluto desconocimiento de aquellos años, se me ocurrió la absurda idea de comprar alguna película de las que disfrutaba en el cine, y proyectarla con mi Cine Max. En la calle Mantería estaba la tienda de Ópticas Alcañiz (allí sigue después de 48 años de existencia), con un amplio escaparate en el que se colocaban todo tipo de aparatos, artículos y novedades relacionados con imagen y sonido. También alquilaban equipos y películas en Súper 8 para proyectar en asociaciones, centros educativos, etc., así como personal cualificado para realizar esas proyecciones (en la imagen el catálogo de títulos de 1978). Durante una temporada estuvieron expuestos varios episodios de la serie El avispón verde (The Green Hornet, 26 capítulos, EE. UU., 1966 – 1967) cuyo co-protagonista era BRUCE LEE, época en la que como comenté en reseñas anteriores, sus películas eran “tendencia”. No recuerdo si llegué a entrar a preguntar, supongo que no, espero que no.

            Descartada la posibilidad de tener películas en propiedad (el vídeo aún no era de ámbito doméstico; de él hablaré más adelante), otro modo que teníamos para recordar las películas de alguna manera, eran las bandas sonoras. En mi casa hubo un tocadiscos familiar portátil (un Cosmo estereofónico). Mis padres tenían bastantes discos, pero de música que a mí no me gustaba demasiado (salvo alguno de éxitos del verano, y recopilaciones similares), aunque de oírlos repetidas veces desde pequeño, no me sonaban extraños. En estos finales de los 70, a medida que iba cumpliendo años, fui pidiendo que me compraran algunos exclusivamente para mí. Y esos fueron de música de películas.

            El primer LP de ese tipo me lo compraron en un viaje a Ávila. Se titula Western (ver imagen), se editó en Francia en 1972 y las diez canciones que contiene, de otras tantas películas del Oeste, están interpretadas por la orquesta de FRANCK POURCEL.  En España lo comercializó Emi Odeón, y a lo largo de la caratula aparece por todas partes el sello con el anagrama Quadraphonic SQ. En la parte posterior se especifica que “Este disco cuadrafónico permite la reproducción del sonido por cuatro canales separados cuando es utilizado un descodificador SQ en asociación con los amplificadores apropiados y cuatro altavoces”. En Román paladino, que nunca lo he podido escuchar más que en estéreo, y que por esa historia seguro que era más caro.

            En este punto es necesario explicar algo que yo aprendí bastantes años después. En una película hay muchos tipos de música y de sonidos, incluyendo los diálogos de los actores. Todo ello forma parte de la Banda Sonora (BS) de la película, y su función es potenciar aquellas emociones que las imágenes por sí solas no son capaces de transmitir. Imaginemos, por ejemplo, un pianista interpretando una pieza de MOZART, o un desfile con una banda tocando una marcha militar. Es música que oyen los protagonistas de la película, igual que nosotros. Es la música diegética. También tenemos música que crea un cierto ambiente al espectador, que, a diferencia de la anterior, no existe en la realidad que se nos muestra, sino que surge para formarnos un estado de ánimo, jugando con el volumen, el tono, el ritmo, y forma parte del montaje sonoro. Se pueden diferenciar más tipos, y todos forman parte como digo de la banda sonora.

Pero aparte hay melodías que se han compuesto expresamente para una obra determinada, que no utiliza música que ya existía antes. Esa es la Banda Sonora Original (BSO). Esas composiciones suelen realizarlas grandes compositores, y son grabadas por orquestas (o grupos musicales si se trata de música rock, por ejemplo). Suelen estar formadas por un tema principal (el que luego se hará más conocido, que aparece en los títulos de crédito iniciales o finales, además de las secuencias en las que el director de la película considere pertinentes) y otros secundarios que enfatizan diferentes momentos de la trama. Aunque las BSO de las películas son en principio autónomas, no se puede negar su importante función dramática dentro del montaje y de lo que le permite expresar a su director. Una BSO actual suele contener al menos una decena de piezas diferentes (si la película es musical, muchas más, por supuesto, cantadas o solamente instrumentales). La BSO la comercializa obviamente la productora de la película, y todo lo que no sea así, no es la original.

Muchos directores de orquesta famosos hacen arreglos de esas melodías, o las cambian de ritmo, o hacen que determinados instrumentos prevalezcan sobre otros, o las cambian de estilo. Las versionan, en definitiva, como ellos desean o les han encargado. Por ejemplo, el pianista RICHARD CLAYDERMAN cogería el tema de Star Wars, y lo interpretaría como una balada, un tema romántico, algo suave (es un ejemplo inventado), a su estilo. Reconoceríamos la melodía, pero inmediatamente sabríamos que no es como suena en la película. Bueno, pues eso es lo que me pasó con el disco de FRANCK POURCEL. Oyes su interpretación del tema principal de la película Los siete magníficos,  te puede gustar más o menos, pero no es ni por asomo lo que suena en la película original (del gran ELMER BERNSTEIN) Compruébenlo a través de los enlaces y comparen. Cualquier parecido es pura coincidencia, como ponen también en los títulos de las películas. Y una tercera versión de la misma melodía, la del anuncio de Marlboro para televisión, realizada por otro gran compositor, HENRY MANCINI (el que compuso el tema de La Pantera Rosa). Yo desde luego, me quedo con la de la película original, pero ya digo, va en gustos.

Mis dos siguientes LPs (los de la imagen de presentación del artículo) fueron también en la misma línea, versiones de HERMAN HELMER, con un sonido muy setentañero. De modo que no vean lo que disfruté de mi primer disco con BSO de verdad (comentada en otra reseña previa). También les advierto: normalmente a la gente les gustan más estos discos de recopilación de varios éxitos (pasa igual con grupos y cantantes) que el disco original. Éstos son para muy fans o muy freakies. En el caso de las BSO porque muchas veces el mismo tema, el principal, aparece versionado en diferentes modos, de acuerdo al momento de la película, y puede parecer que es siempre lo mismo. Y por supuesto, nunca encontrarán en esos recopilatorios versiones originales, son siempre versiones cover (es decir, interpretadas por otro director de orquesta diferente al compositor). El negocio es el negocio, ahora y siempre.

(Publicado el  25 - 10 - 2022)

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