Hace algunas semanas, el
18 de febrero, se estrenó una nueva versión de Muerte en el Nilo (Death on the Nile, Kenneth Branagh, EE.
UU./Reino Unido, 2022), lo que me trajo a la memoria la anterior versión, de
idéntico título, dirigida por JOHN GUILLERMIN en 1978. Asistí cuando la programó
el TEATRO LOPE DE VEGA, algún domingo
entre el sábado 27 de enero y el viernes 16 de febrero de 1979, que fue cuando
se estrenó en nuestra ciudad. Por aquellas fechas la televisión emitía
publicidad sobre estrenos cinematográficos, pero no de cualquier película, como
ahora, sino que eran escasas, contadas. Al menos así lo percibía yo con trece
años.

La editorial Molino llevaba años
editando en España la práctica totalidad de las obras de AGATHA CHRISTIE. Esta
editorial surge en 1933, y su propietario, PABLO DEL MOLINO MATEUS (vallisoletano por cierto, como su madre, CONCEPCIÓN MATEUS MASSANA), buscaba publicar un tipo de novela de aventuras, del Oeste y policíacas orientadas a un público juvenil. Hasta ese momento era subdirector
de la Editorial Juventud (la recordarán por ser la que publica los tebeos de
Tintín, entre otras muchas obras) que se centraba en autores franceses y
alemanes. Con ese nuevo proyecto, el editor quería introducir autores provenientes
del mundo anglosajón. La llegada de la Guerra Civil y la escasez de papel hizo
que PABLO DEL MOLINO tuviera que emigrar a Argentina, desde donde continuó su
labor, quedando su hermano LUIS al frente de la filial barcelonesa. Años
después, en 1952, PABLO DEL MOLINO volvió a España donde las condiciones
laborales y de producción habían mejorado. Renueva entonces la presentación de
muchas de sus colecciones, especialmente las de Biblioteca Oro, comenzando la
publicación de Selecciones de Biblioteca Oro, entre las que destacaba la
presencia de las obras de AGATHA CHRISTIE. Éstas se han seguido reimprimiendo hasta
la actualidad, alcanzando cerca de diez millones de ejemplares vendidos. La
editorial, con más de 10.000 títulos diferentes publicados, continuó su
andadura bajo el sello RBA. En 2021 Penguin Random House Grupo Editorial
adquiere el sello con la intención de mantener su enfoque destinado al público
joven adulto.
El asequible precio de esas ediciones favoreció su
popularidad entre los jóvenes, además de sus argumentos de intriga y misterio. Atraían
también sus cuidadas portadas (algunas un poco tétricas) lo que en conjunto las
convertían en una lectura ideal en los largos días de verano. Yo reconozco que
no me terminó de enganchar (prefería a JULIO VERNE, EMILIO SALGARI, y sobre
todo a KARL MAY con sus novelas del Oeste). Seguramente una de las razones era
que me perdía entre tanto personaje (a pesar de que todos los libros tienen al
inicio, con toda la idea, una página a doble cara llamada Guía del lector, en la que se listan los personajes que aparecen en
la novela y quienes son). Pero mi afición al cine me permitía suplir esa poca
paciencia de aquellos jóvenes años.
De hecho, las
obras de AGATHA CHRISTIE han sido llevadas al cine en muchas ocasiones, y no
digamos en series de televisión. Dejaré para otra futura reseña la primera
película que vi en el cine sobre esta autora porque me impactó mucho, para
centrarme hoy en otras dos que vi casi seguidas, y son precisamente las
rehechas por KENNETH BRANAGH. En aquellas tardes estivales en que bajaba de mi
casa al CINE DELICIAS que ya he

comentado en otras ocasiones, el viernes 18 de agosto de 1978 cambió la
programación con El asalto de los hombres pájaro (Sky Riders, Douglas Hickox, EE. UU., 1976) y Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, Sidney
Lumet, Reino Unido, 1974). Dos películas radicalmente distintas: en la primera
priman los espacios exteriores y la aventura (trata sobre el rescate de una
familia secuestrada en un inexpugnable monasterio en lo alto de las montañas de
Meteora, Grecia, a cargo de un JAMES COBURN que estiraba sus habilidades como
agente Flint en el límite de una edad creíble para manejarse con una primerizas
alas delta), mientras que la segunda transcurre prácticamente en su integridad en un lugar
cerrado e incomunicado). Asimismo, mucha acción y poco que pensar en la
primera, frente a mucho diálogo y un ejercicio constante de deducción y
atención al detalle en la segunda. Y finalmente, un desenlace feliz y
previsible frente a una auténtica sorpresa inesperada. Una sesión doble por
tanto perfectamente equilibrada, y una tarde muy bien aprovechada de cuatro
horas de entretenimiento (hora y media la primera, y dos horas y pico la
segunda, más el inevitable descanso entremedias junto a algún que otro tráiler
de la siguiente programación). Cuando coincidían dos películas tan atractivas
para el público (no digo “buenas”, simplemente comerciales; por supuesto, la
calidad cinematográfica de la segunda es bastante superior a la de la otra) el
tiempo de exhibición era mayor: no cambió hasta el viernes de la semana
siguiente (siete días, mucho para un cine de sesión continua).

Esa magnífica impresión que obtuve
de aquel enigma en el Orient Express, con un plantel de actores inigualable
(aunque habría que matizar que la presencia de algunos era casi testimonial,
mientras que otros copaban muchos minutos), me animó a desear acercarme al TEATRO LOPE DE VEGA en cuanto se estrenó
Muerte
en el Nilo (Death on the Nile,
John Guillermin, Reino Unido, 1978), cuya publicidad llevaba todas las
Navidades de 1978 apareciendo por televisión (se estrenó en Madrid el 22 de
diciembre de aquel año). Finalmente, llegó a Valladolid el sábado 27 de enero
de 1979 y estuvo en cartel hasta el viernes 16 de febrero. Uno de aquellos tres
domingos de ese intervalo fui a verla.

La sensación sin embargo no fue la
misma, a pesar de que la fotografía, los paisajes, las maravillosas localizaciones en el templo de
Karnak, en Abu Simbel, en las Pirámides y la Esfinge, Luxor, etc. están a un
alto nivel. Al punto de que del Orient Express recuerdo perfectamente cómo va
la trama, mientras que en la de Egipto no recuerdo prácticamente más que la
resolución es la de siempre: todos reunidos mientras Poirot va desmenuzando con
su característica suficiencia, disfrutando de escucharse a sí mismo, los
pormenores de los sucesos ocurridos. Y todo ello a pesar de que leí también la
novela (como ven en las imágenes de la misma, hicieron una portada y
contraportada nuevas, con Poirot-USTINOV y el resto del elenco de la película).
Sospecho que debido a su excesivo metraje (140 minutos), y que salvo a USTINOV
y DAVID NIVEN, el resto de actores (excelentes, pero en aquel momento a mí no
me decían nada), no me dejaron huella. Tengo ambas en DVD, pero no he vuelto a
verlas, ni siquiera para escribir estas líneas porque no quiero traicionar
estos recuerdos en una butaca.

Sin embargo, y aquí enlazo con el
inicio de esta reseña, tengo obviamente más recientes las nuevas versiones de
KENNETH BRANAGH. Al igual que esas adaptaciones de los años setenta, BRANAGH
decide rodearse de un reparto coral de grandes actores y actrices, cada una con
su momento destacado. Son unas versiones entretenidas, más ágiles, pero
increíbles de principio a fin. Empezando por el vestuario, decorados, etc., que
reproduce el estilo de la época pero de una manera tan pulcra, tan de línea
clara por hacer un símil con los cómics, que resulta artificial. Es que no se
ve ni una mota de polvo, ni un desgaste de los vagones del tren ni de los
trajes, todo impecable y de vivísimos colores, y perfecto, de diseño. Por otro
lado, como el Sherlock Holmes de GUY RITCHIE, un poco menos exagerado, el
Poirot de BRANAGH no sólo es inteligentísimo, sin que diríase abducido por una
mezcla de súper-poderes y atlética forma física al estilo 007, lo que, siendo
aceptable (y divertido, al menos a mí me lo parece) en el caso
de Holmes (quizá porque ROBERT DOWNEY JR. aparenta más juventud y jovialidad
que BRANAGH) no es así para Poirot, que sospecho ha intentado con estas
“actualizaciones” emular el éxito comercial de las versiones de Holmes. Cada
cual tendrá su opinión, por supuesto, pero sinceramente, dejando a un lado las
buenas intenciones, me quedo con el Orient Express de SIDNEY LUMET, la mejor
adaptación para mi gusto de las presencias de Poirot en el cine, a pesar de que
su protagonista, ALBERT FINNEY, ejecuta un Poirot antipático y por momento
desagradable (al contrario del de PETER USTINOV). Sin embargo, la propia
escritora, que asistió unos meses antes de su fallecimiento al estreno de la
película de LUMET, declaró sentirse profundamente satisfecha con esa película,
la mejor adaptación al cine de una obra suya, según sus propias palabras, con
un Poirot tal y como ella concibió.
Una vez terminadas estas líneas, voy
a tratar de volver a ver ambas versiones, las de los años setenta, y las de KENNETH BRANAGH, y así apreciar las diferencias con más conocimiento de causa.
Incluso leer la novela original también. Les aconsejo que hagan lo mismo, y ya
me contarán ...
(Publicado el 29 - 04 - 2022)
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